¿Confías en mi?

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-Bárbara envía a Schwartz a mi oficina-

Ahora si estaba jodida, mentalicé mientras cerraba mis ojos a todo lo que me rodeaba, quería desaparecer... quería que un enorme hoyo me tragara o poder retroceder el tiempo y no haber llevado a cabo esta descabellada idea. Pero nada de eso iba a pasar, no tenía escapatoria, solo quedaba enfrentar la realidad y sus consecuencias. Adiós Stanford, susurre para mis adentros antes de que el rector me tomara por el brazo, arrastrándome fuera de la sala repleta de expedientes, ni siquiera podía mirar a Cara... ella pagaría las consecuencias de mi torpeza. Descortésmente fuimos arrojadas en asientos separados, John estaba enojado y nos trataba como aquella cosa que nadie quiere.

-Señor, el estudiante Schwartz ya...- antes de que Bárbara pudiera completar su oración la causa de mi condena había entrado sin esperar ser anunciado y la cara de pocos amigos que llevaba paso a ser una de asombro. El aun no sabía para que lo habían llamado -llego- Termino de manifestar la despeinada asistente de John a la vez que abandonaba la estancia. Los ojos de Schwartz recorrieron a Cara, pasaron al rector y se detuvieron en mí.

-Para que me llamaste John.- sus fuertes brazos se cruzaron en su pecho y las oscuras cejas se fruncieron bajo su ceño.

-Toma asiento hijo, esto es delicado- John extendió la mano enseñándole una silla que nunca fue tomada por el complicado chico.

-Suelta lo que tengas que decir ya, si quieres calmarme dame un poco de licor- declaró sosegadamente

-No se permite tomar en el campus hijo-

-Qué bueno que este no es el campus, si no tu oficina y aún mejor que bueno que siempre llevo conmigo esta belleza- el rector bufo en señal de rendición cuando el oji azul sacaba de su chaqueta una licorera portátil y finalmente tomaba asiento.

-Conoces a estas dos señoritas- sentía como Cara y yo no perdíamos de vista cada reacción que fuera a hacer el chico de aspecto ingobernable. Todos en la habitación lo observábamos y él no se inmuto pero también sabía que este asunto estaba colmando la gota de paciencia que el poseía.

-A la rubia por desgracia- la boca de Cara se abrió y su mirada lo fulmino. Antes de que pudiera decir una palabra su boca se cerró, ella sabía que no era el mejor momento para alegar. Aguardando, contuve la respiración y agite mi pierna impaciente sabía lo que venía: John iba a revelar que hacíamos los tres aquí. Quise cerrar los ojos y no ver la reacción de Schwartz, pero me contuve. Quería verlo.

-Encontré a esta chica vendiéndole extensiones a Bárbara mientras ella- me apunto con su cabeza y mi pulso se aceleró -Revisaba tu expediente personal- el semblante del pálido chico no se alteró, no como yo esperaba: solamente su mentón se puso rígido. Él había estado detrás de cada uno de los tachones en su expediente, él sabía que allí no había información poderosa o era que no lo recordaba? Y como si la estela del pensamiento sobre Harvard hubiera pasado por su cabeza cada una de las venas de su cuerpo sobresalió, sus manos se empuñaron y sus labios ardieron ante la presión que efectuaba en ellos. Su silla fue arrojada a un rincón y el fuerte choque hizo que todos nos estremeciéramos en nuestros puestos. Un fuerte puño impacto contra el escritorio de John y la mirada ferviente en agresión aniquilaba al rector.

-Como mierda puede pasar eso eh John? La universidad tiene un maldito compromiso con la privacidad de cada uno de sus estudiantes- Otro golpe contra la mesa resonó -Esta mierda tiene demanda lo sabes y todo el peso del buffet de abogados de mis padres destrozarían a los de esta facultad!-

Estuan Glacies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora