Ipse Cirmumito

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Unos suaves besos eran depositados en mi cabeza, tiernas caricias proporcionadas por las yemas de unos largos dedos recorrían mi cintura y un pecho húmedo empapaba mi frente.

Me encontraba en ese estado en el que retornas perezosamente de los sueños pero rozas entre la realidad y la imaginación, siendo incapaz de comprender completamente el entorno vivido, me disponía a abrir mis ojos y enfrentar a la descarada luz cuando la verdad me golpeo, joder hoy era lunes tenia clases! Mesuradamente abrí los ojos y nunca estuve tan feliz de hacerlo, un chico tan pálido como una escultura griega hecha del más fino mármol y de rasgos igual de bien esculpidos reposaba a mi lado con ojos color topacio y una toalla débilmente sujetada a sus caderas, resaltando la merecida apariencia de monumento labrado por el mismo escultor Praxíteles quien se caracterizaba por la belleza y gracia de sus figuras. Delicadas, llenas de sensualidad, con rostros levemente melancólicos... y es que Schwartz lucia como un recipiente vacío, pétreo y sin sentimientos. Alguien imaginado bajo la penumbra, esbozado sobre el terror, pintado en cinceladas de dolor y retocado en un turbio baño de perdición... como si solo eso supiera llevar.

-Toma una ducha. No querrás llegar tarde al día en el que podrás alardear sobre lo que obtuviste y ellas no lograran: tener a Matthew Schwartz- Una sonrisa difícil de leer poseyó su rostro, rosaba aquel tinte de superioridad característico en él y un enigma que rondaba diversión en conjunto a la marca de un desafío por completar.

Mierda, este iba a ser un día realmente largo. No estaba acostumbrada a las miradas de todos, no solía ser el centro de atención y no me sentía a gusta siéndolo, me hacía sentir: incomoda, cohibida y torpe. Matthew por el contrario siempre había sido el dueño del espectáculo, había nacido bajo el foco de las cámaras, las cuales lo persiguieron desde su concepción. Era parte de lo que unos llamaban: la realeza de Stanford y no ocupaba cualquier posición en la pirámide social. Él era el rey de este imperio lleno de adolescentes tratando de encajar y ser ahora su chica me arrastraba a el ojo del huracán, su popularidad me seria contagiada y en este reino (Como en cualquier otro) Los sedientos de poder abundaban, era una presa nueva, próxima a ser atacada. Lo sabía. Y posiblemente despellejada.

Las chicas que atraía su alteza, no era un asunto para tomarse a la ligera, estaban realmente locas, Schwartz las convertía en eso. Y yo no significaba más que una amenaza en su intento por escalar y llegar a la manzana dorada (Matthew) el símbolo del pecado recobraba un nuevo simbolismo en la sombría e irresistible figura del rompecorazones del lugar.

De ser alguien con una vida social sutil, me traslade a ser la más odiada en esta comunidad. Yo había logrado lo que otras deseaban y no de una manera casual... ya saben: folladas ocasionales en la parte trasera del auto de Matt. Yo tenía exclusividad.

Por otro lado estaba la parte oculta de mi nuevo novio. Dios, si éramos novios? El término sonaba tan extraño y por qué no decirlo: suculento. Matthew era problemas y ahora yo había entrado al ruedo, me estaba arrastrado... justo como auguró que lo haría.

**** [Inserte aquí Right Round by Ke$ha ]

Y la acción había empezado. El McLaren P1 amarillo en el que nos trasportábamos había hecho su presencia con una ruidosa llegada. Los neumáticos chirrearon contra el pedregal y una estela de polvo fue la prueba de la salvaje velocidad con la que Matthew acostumbraba a deambular. Los espectadores no apartaron la vista del nuevo bebe que conducía Schwartz, a través de la ventana polarizada podía observar como las chicas acomodaban su cabello, desacomodaban su ropa y empezaban a batir sus pestañas. Los chicos miraban con admiración el coche, contemplándolo como si de una chica en poca ropa se tratase. Yo sujetaba mis manos impaciente y el hormigueo que causo la voz de Schwartz en el reducido espacio en el que nos encontrábamos me sobresalto. Sonreía con prepotencia y con aquella mirada de predominio que lo hacía ver jodidamente inalcanzable.

Estuan Glacies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora