Los estrépitos gritos de una niña penetraron difusamente en mi conciencia.
Estaba desorientada en mi propia mente, exhausta, adolorida. El terror se me enraizaba en cada hueso aún cuando era consciente de que no era real. De que probablemente estaba en mi cama, a salvo.
Abrí los ojos de golpe, arrepintiéndome al instante cuando la luz matutina se me clavó directamente y me provocó un dolor palpitante en la cabeza.
Fue un torrente de dolor al principio, seguido de un entumecimiento que se extendió por todo mi cuerpo. Luego, una terrible sorpresa al reconocer a Eli recostado a mi lado, su mano sosteniendo la mía con firmeza.
Nunca creí preguntarme lo que se tenía que hacer en esos casos. Si me alzaba de repente, Eli despertaría y convertiría la situación en una total verguenza.
Pensé que podía moverme sigilosamente, Pero sería imposible sin ser brusca, su mano había atrapado la mía como lo hace una planta carnívora.
Pero... tampoco quería moverme. El contacto cálido hacia que cada miedo y cada inquietud se disipara, así que sin el más mínimo cuidado, me encontré admirando su rostro.
Sus pestañas exuberantes temblaron ligeramente, como si estuviera teniendo un sueño agitado. Me enfoqué también en su piel, suave, aterciopelada, comprendida por completo con la caricia de Dios... perfecta.
Luego miré sus labios. No debí mirar sus labios.
»¿Qué diantres estoy haciendo?«
Tenía que estar pregúntame la razón por la que él estaba ahí en primer lugar.
Suspiré casi con cansancio, resignándome a seguir contemplándolo, pero me fijé otra vez en su boca. Sus voluminosos y rojizos labios que formaban un corazón.
»No merece esa belleza« pensé, tragando una saliva inexistente en mi garganta »no merece ser perfecto«
Eli sonrió.
En algún momento observé tanto su rostro que ahora me miraba. Me miraba con una diversión que me estremeció de inmediato, como si supiera exactamente lo que pasaba por mi cabeza.
Entré en pánico, estoy segura que mis sentidos estaban aún adormitados, de lo contrario, no me hubiera refugiado detrás de la almohada con nerviosismo, como si aceptara que realmente me había perdido en el.
Su mano acarició el dorso de la mía, al mismo tiempo que una risa burlona escapaba de su boca.
— Buenos días —. saludó con un tono de voz muy distinto al habitual. Era suave, tan amable que me despistó por un segundo.
— ¿Buenos días?
— Es de día.
— Ah...
No emití mas que un quejido antes de ocultar mi rostro nuevamente con la almohada.
»Ay, Leora, ¿Te golpeaste la cabeza?«
— Y aún sigues negando que te gusto, Leora Knox.
— Nunca. Jamás.
— Esto es increíble. Te mueres por mí.
Eso había sido demasiado incluso para él, que no le importaba decir barbaridades en voz alta.
Reaccioné sin más demora, me senté en la cama y le dediqué una mirada de desaprobación. Eli, al igual que yo, también se levantó y quedamos frente a frente.
Tenía aún su mano sujetando la mía, de pronto, alzó la otra libre y la colocó en mi mejilla. Se deslizó con una ternura indescriptible por mi cabello, trazó una línea suave por mi barbilla y finalmente, su pulgar reposó en mis labios, dejando un rastro de electricidad que me inundó hasta la médula.
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INEFABLE
Science Fiction"La verdad te hace libre", es lo que suelen decir. Pero nadie te dice la destrucción a la que una verdad te somete. Leora Knox no tiene idea de lo oscuro que puede ser el mundo, porque no recuerda su pasado... Su origen. ¿Crees realmente que la verd...