⚜️XIX⚜️

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Aún era muy temprano. Había sol, pero este no era más que una mancha a penas clara y difusa en medio de las nubes grisáceas que cubrían el cielo, un clima que desde siempre, me había transmitido una paz inexplicable.

Después de un par de horas, mis piernas finalmente cedieron ante mi deseo por levantarme. Ya no mas jaqueca, no más entumecimiento en las extremidades.

Mi cuerpo se había recuperado por completo y no quedó rastro de lo que sucedió en la cocina.

Lo primero que vino a mi mente fue Eli, dañando por completo el momento. Convivir con el, sin duda, era lo más atípico que me había sucedido, lo era también todo lo que había sucedido con él hasta entonces.

Sabía que no era un simple aprendiz de Logan, también sabía que de pronto, yo no mostraba abiertamente una habitual antipatía por mi.

»que frustración«

Mi conciencia irritada recobró su cansancio de siempre y me obligó a salir de la habitación a tomar algo de aire fresco. Quité el trozo de algodón en mi brazo y algo de lo que había visto temprano, llegó a mi mente como una revelación.

»Eli también tenia uno en el brazo«

Bajé inmediatamente las escaleras y lo busqué con la mirada. No se encontraba en el salón, tampoco en el jardín ni en la biblioteca, donde pasaba la mayor parte del tiempo como un erudito.

Supuse que tal vez estaría en su habitación, pero cuando me topé con el ventanal con vista al establo, lo vi acariciando a Perseo. (El caballo al que se le dió por rascarse cuando yo lo estaba montando)

Me encontraba caminando hacia el, aún indecisa, presentí en algún momento que si volvía a mirarme, me congelaría sin poder decir una palabra.

Y me congelé, no era una conjetura.

— Parece que alguien me echaba de menos.

— Te buscaba, si —. Balbuceé, algo que me avergonzó pero rápidamente me erguí para no darle importancia.

Eli respondió a mi titubeo con una sonrisa, luego, al entender que tenía algo que decirle, se aproximó a mi. Yo centré mi atención en el punto abultado en su brazo, mismo que rocé con la yema de mis dedos sin comprender por qué lo hacía.

— Quién diría que somos compatibles.

— Compatibles...

— En más de una forma.

»¿De qué hablas?«

Retrocedí atónita. Su interés repentino era sin duda confuso, como si de pronto Eli ya no fuese Eli.

— ¿Por qué viniste?

— ¿No te lo ha contado Logan?

— Eli... — insistí, resoplando agotada.

— Háblame de las pesadillas.

Lo miré incrédula.

»¿Es enserio?«

— ¿Qué significa esto? ¿Un "yo te digo si tú me dices"?

— No lo había pensado, pero es lo justo.

Oficialmente me había rendido. No podía con ese carácter suyo y me negaba a permitirme volver a flaquear frente a él.

— De acuerdo, así serán las cosas.

— ¿Eso en tu cara es un puchero?

— Pero lo sabré, Sedman.

Finalmente, sin saber si quiera si iba a responder, me fuí del lugar y regresé a la cocina por un vaso de agua. El corazón me latía desbocado en el pecho, la mano con la que sostenía el vaso, temblaba ligeramente incapaz de mantenerse quieta, haciendo que el agua se sacudiera por los bordes.

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