No sentía dolor.
Mi visón no era buena pero aún así, y como si se tratase de una rutina, pude ver a Conrad mover la boca con rapidez frente a mi, diciendo algo que se oía lejano.
«¿Qué está pasando?»
Parpadeé un par de veces, aún sin asimilar lo que había sucedido, cuando una presión aplastante se me estancó en el pecho y me forzó a levantarme con brusquedad y expulsar dolorosamente todo el agua que había tragado.
Aquello me desorientó por un momento y dejó un ardor intenso en mi garganta, luego una punzada me atravesó la cabeza.
Toqué desconcertada ese dolor palpitante para luego ver la sangre extenderse por mi palma, solo entonces el dolor se agudizó y oí a Conrad gritarle a alguien.
No pude prestarle mucha atención. Estaba lastimada. Me habían lastimado.
Raiza Brown lo hizo.
Giré ligeramente hacia los lados, habia mucha gente mirando con atención pero ella no estaba ahí.
— ¡Leo, Leo déjame ayudarte! — se aproximó Conrad, tomando mis brazos cuando intenté ponerme de pie.
— Estoy bien...
— No digas nada. Voy a llevarte.
Estuve por negarme otra vez, pero mis piernas debilitadas no cedieron y Conrad me sostuvo con fuerza antes de caer al piso.
Me levantó con delicadeza sobre sus brazos y ya no pude decirle que no, me refugié en su pecho mientras caminaba en medio de todas las personas que se habían detenido a mirar el espectáculo.
— Que vergüenza — murmuré cerrando los ojos.
— No quiero escucharte.
— Que cruel... ¿Sabes que puedo morir ahora mismo?
— ¡Es por eso mismo, maldita sea! ¡¿Qué demonios tengo que hacer contigo?! ¡¿Amarrarte?!
— Ugh... deja de gritarme...
El tenía razón, y yo no podía hacer nada.
El temor a perderlo todo, era más grande que mi deseo por hacerle frente a mis problemas.
Aún podía sentir el golpe latirme en la cabeza, incluso podía sentir la sangre escurrirme en el rostro, y eso no hizo más que alterar los nervios de Conrad. No quería imaginar el esfuerzo que hacía de solo verme en ese estado.
Le pedí que me llevara a mi habitación, pero soltó un par de groserías y se negó rotundamente mientras me dirigía hacia el área de urgencias del hotel.
— No se ve tan terrible — dijo la doctora, examinado la herida — haremos una sutura, pero debo primero limpiar un poco la zona.
— ¿Sutura? ¿Limpiar la zona? — pregunté dudosa, tratando de comprender qué tan profunda era la herida.
— Te cortaré un poco de cabello, pero no te preocupes, no se va a notar. Por cierto, ¿Es teñido?
— No...
— Nunca he visto un tono tan oscuro. Es hermoso.
— Eso dicen... disculpe ¿Puede no mencionarle a mi amigo sobre la sutura?
— ¿Tú amigo? ¿Hablas de ese joven que viene hacia aquí?
Giré hacia la puerta pudiendo sentir su presencia escandalosa, solo para verlo acercarse a gran velocidad.
Observó las tijeras en la mano de la doctora, el vendaje y la cantidad de herramientas sobre la mesita. Se inquietó tanto cuando escuchó la palabra "sutura", que se desplomó sobre el asiento y unos enfermeros se acercaron al él rápidamente.
Yo odiaba los hospitales por esa razón. Por ese olor a fármacos, por esa luz pálida y las horribles sombras que se proyectaban justo al anochecer, no indicaban más que enfermedad y muerte. El hotel era una belleza, pero su centro médico era tan sombrío como los hospitales.
Podía caminar aún con el ligero efecto de la anestesia, pero luego de unas horas, me encontraba en una silla de ruedas, siendo guiada por Conrad.
— Ya te dije que puedo caminar. Solo harás que todo el mundo se fije en nosotros.
— ¿Qué todo el mundo se fije? A ver, querida, tienes una sutura en la cabeza, y hace solo unas horas lucías como la jodida carrie, ¿De qué carajos estamos hablando? ¿Enserio te importa lo que pueda decir algún idiota por ahí?
Rápidamente me puse de pie, tomé yo misma la silla y la mandé a rodar muy lejos de nosotros.
— Puedo caminar — repetí, a lo que Conrad abrió mucho la boca e inmediatamente me alzó sobre sus brazos.
— ¡De ninguna manera! — objetó, sosteniéndome con fuerza.
— ¡Conrad!
— Grita todo lo que quieras, no dejaré que tu estupidez te mate de verdad.
El gesto que hacía era tan gracioso que al intentar reírme, el dolor del golpe se avivó.
Conrad finalmente me dejó caminar por mi cuenta cuando llegamos a recepción. Nos dirigíamos al ascensor cuando nos encontramos con Raiza y su grupo de amigos.
— Leora... Carajo, luces horrible — lamentó, cubriéndose la boca.
Las personas al rededor suyo intercambiaron miradas entre burla y sorpresa, yo solo le hice una señal a Conrad para caminar hacia el ascensor.
— Hoy alguien morirá si este ascensor no se abre de una vez — murmuró él.
— Ay, lo olvidaba. Aquí tienes tu collar — dijo Raiza, apareciendo otra vez y colocando el colgante en el bolsillo de mi camisa — no intentes morir otra vez por una estupidez como esta. Estoy segura de que Conrad podría haberte comprado otro ¿O no, mi amor?
— Raiza — Advirtió Conrad con ese tono de voz que incluso a mi, me causa inquietud — hazme el favor.
— Auch, Conrad, después de todo lo que pasamos...
— Y no vuelvas a acercarte.
— Entonces es verdad que eres el eterno perro de Leora. Que patético. Supongo que es una costumbre que tienen las mujeres de su familia, después de todo, su madre era una puta ¿no?
No comprendí la razón por la que permití que sus palabras llegaran a ese punto.
Sucedió con rapidez, tan rápido como el momento en que me arrojó a esa piscina.
El lugar se sumió en silencio, las risas quedaron suspendidas en el aire cuando mi mano empuñada se dirigió con fuerza hacia el pómulo de Raiza Brown.
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INEFABLE
Science-Fiction"La verdad te hace libre", es lo que suelen decir. Pero nadie te dice la destrucción a la que una verdad te somete. Leora Knox no tiene idea de lo oscuro que puede ser el mundo, porque no recuerda su pasado... Su origen. ¿Crees realmente que la verd...