⚜️XXXVII⚜️

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— Entiendo — asintió Logan, mirando fijamente al hombre viejo y recatado frente a él — Así que van a trasladarlos.

— Me temo a que si... La niña es tranquila, siendo tan pequeña ¡Incluso ayuda con los quehaceres! Pero él... — el reverendo miró a través de la ventana al niño de cabello oscuro, sonriente mientras acariciaba un conejo — Es impulsivo, desobediente, hablar con el, es como hablar con un anciano y no con un niño de diez años pero sobretodo... hace cosas cuestionables cuando se trata de protegerla, como hoy.

Logan no entendía por qué el hombre decía tales cosas sobre un niño tan pequeño.

Es verdad que presenció con sus propios ojos la agresión que había cometido y la expresión gélida que mostró al hacerlo, pero al final del día, seguía siendo solo un niño. Es más, ahora lucía tan sereno, que no aparentaba ser capaz de lastimar el pétalo de una flor.

— Una vez, intentó quemar la habitación de uno de sus compañeros, sólo porque este empujó a la niña por accidente. Probablemente robó las cerillas de la cocina. Solemos esconderlas y ahora más que nunca, como entenderá.

— ¿Cómo se llama la niña?

El reverendo pareció pensar su respuesta, pero justo cuando estuvo por decir su nombre, la niña de la que estaban hablando entró al lugar.

Hizo una reverencia, seguido de ello, se arrodilló rápidamente y juntó las manos sobre su cabeza.

— ¡Señor reverendo, Por favor perdone a Evan! — exclamó — Le prometo que rezaré el padre nuestro cien, no, ¡Doscientas veces al día!

El reverendo soltó una risa baja, cubriéndose la boca. Y Logan sólo la observó con una mezcla de diversión y ternura.

— Eh... pequeña... lo siento. Hemos decidido que lo mejor será

— ¡Nunca más volveré a dormir en las misas! Es más, señor reverendo ¡Prometo que seré su acólito! — volvió a expresar con fuerza, sin separar las manos ni quitar la vista del piso.

Logan disimuló su diversión como pudo, aquello le había parecido lo más conmovedor y gracioso al mismo tiempo.

— ¿Cual es tu nombre? — preguntó Logan acercándose a ella y arrodillándose hasta su altura.

— Me... Me llamo Christa — respondió, con una sonrisa confundida y unos ojos brillantes, tan oscuros como su cabello, algo que le llamó la atención enseguida.

«Es un nombre extraño» — pensó el, sin quitar la extraña sonrisa de su rostro.

Logan sabía que la campaña terminaría pronto, pero aún le quedaban unos días, así que aprovechó el tiempo y lo tomó como parte de la experiencia rural.

Es así como conoció también a Evan, un niño que era bastante conocido en el lugar no solo por la actitud frívola de la que muchos se quejaban, tampoco por la cantidad de líos en los que se metía, sino, por los colores singulares en sus ojos.

Una mirada desde luego, intrigante. Uno de sus ojos era azul, pero un azul tan intenso como el zafiro. El otro destellaba una tonalidad verdosa, pero no el verde tradicional, sino tan verde como una aguamarina.

Un muchacho misterioso a primera vista, y a diferencia de los rumores, y a diferencia de lo que Logan había visto, este niño era bastante amable. Era verdad que hablaba distinto a los otros niños de su edad, pero a Logan no pareció sorprenderle mucho.

«Yo era igual a su edad» pensó al verlo, cuando le recordó a su versión más joven.

— Deme unos días — dijo Logan, mirando al reverendo con seriedad — si no logro que confíe en mi, no podré adoptarla.

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