──Listo, señora Lapin, ahora debo irme. Por favor, cualquier cosa me llamá al celular.
Intentó no gritar demasiado fuerte, aunque la niñera de Tilin se encontraba en la cocina y él ya estaba en la puerta, cargando con su gran trípode entre sus manos y la cámara colgando hacía un lado. Todas las mañanas antes de irse a la Universidad le tocaba decirle las mismas palabras a la mujer, ella era muy linda y sencilla, sin embargo había descubierto que a pesar de no pasar de los cuarenta años, la pobre tenía el sentido del oído muy poco desarrollado, a veces había que repetirle las cosas varias veces hasta que las entendiera.
Debido a que las clases iniciaban muy temprano, casi nunca lograba encontrar a su pequeño despierto para despedirse, solo se encargaba de comerlo a besos antes de irse y ya era cuando estaba de regreso es que pasaban el tiempo disfrutando de la compañía del otro. Eso si no tenía ningún evento que fotografiar o sesión fotográfica que hacer para la revista. Una vez escuchó una aprobación de parte de Lapín, salió de la casa y cerró con seguro la puerta.
──Ven, te ayudo con eso.
──Roier, ni siquiera pesa tanto, puedo ponerlo yo solo en la parte trasera del auto.
──O, o puedes irte sentando y colocando la calefacción, hace frío, ¿no crees?
Bufó, obedeciendo muy a regañadientes, le entregó el trípode y fue quien se encargó de acomodarlo en los asientos traseros, colocándole incluso el cinturón para que no se moviera de su lugar. Se sentó en el lugar del copiloto e hice lo que le indicó, no se demoró mucho en encontrar el botón, pues ya otras veces lo había visto colocándolo cuando le recogía de clases.
Sí, podría decirse que aquel día aceptó su propuesta, ahora era el "amigo" de Roier Brown, el gran heredero del "Grupo KOC", uno de los conglomerados más conocidos en el país y seguro fuera de este también. ¿Cómo pasó? no tenía ni la más mínima idea. ¿Qué si estaba feliz? bueno, si ignoraba el hecho de tener a su omega prácticamente llorando de felicidad cada vez que Roier le sonreía o simplemente le hablaba de cosas triviales, podría decir que lo estaba tomando tranquilamente bien.
Después de una larga charla sobre cuándo o que días podían verse, o mejor dicho, una detallada explicación sobre que no contaba con un horario fijo y no sabía que días lo necesitaría la empresa, y que tampoco sabría si tendría demasiadas tareas en la Universidad como para salir con él, eso además de contar con un pequeño de hermosos ojos oscuros y cabello negro que le robaba muchísimo de su tiempo, se volvió un acuerdo silencioso. Aunque él encantado le entregaba cada segundo de su vida a su pequeño bebé.
Roier había hecho los cálculos, le pidió su horario de clases y al día siguiente se lo encontró estacionado fuera de su casa, esperando para llevarlo a la Universidad, luego lo recogía, eso hace aproximadamente ya una semana hasta volverse rutina. Él aún no entraba a su casa, no le había dado la oportunidad, era el único alfa que había podido conocer a su pequeño y no quería apresurar absolutamente nada. Aunque, ¿Qué apresuraria si solo eran amigos?
Soltó un largo bostezo, despejándose un poco mientras el auto iniciaba con su típico recorrido, ahora que iba con Roier, llegaba mucho más rápido a la Universidad pero eso no evitaba que se levantara todos los días a la misma hora, al final ya estaba acostumbrado, así que de vez en cuando observaba al castaño tomar los caminos largos antes de llegar al final de su destino. No le molestaba, nunca le dijo nada, siempre era bueno estar a su lado. Pese a que lo estuviera ilusionando, se sentía muy bien.
──¿Cansado?
──Algo. Uno de mis profesores dejó un enorme proyecto, creo que he dormido solo unas dos o tres horas, me siento muerto. ─otra de las cosas que admiraba de su relación actual, después de una semana de estar así, era su capacidad de ya poder hablar con él sin ponerse nervioso o sin sonrojarse como una colegiala. O era muy buen actor, o las cosas le estaban saliendo peor de lo que esperaba y su omega en vez de alejar el sentimiento, cada segundo conseguía más comodidad con el alfa de él.
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© The Perfect Omega | Spiderduck
FanfictionCuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar a el amor de tu vida. Quackity tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad. ¿Qué alfa querría encargarse d...