Capitulo 19

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Cerró sus ojos con fuerza cuando sintió como poco a poco el sueño lo iba abandonando, no quería despertarse, estaba más que cómodo y caliente arropado entre esas suaves sábanas con el cuerpo de Roier tan pegado al suyo. Su pecho contra su espalda mientras uno de sus brazos lo sostenía firmemente por la cintura. Sí, no es que haya tomado o lo hayan drogado, estaba más que consciente de lo que había sucedido la noche anterior y no quería volver a la realidad a preocuparse por ello.

Al final abrió muy perezosamente los ojos, su vista terminó de ceder y observó ese lado destruido de la habitación, con la luz de la mañana entrando por las ventanas rotas. Aguantando las protestas de su omega por quedarse en cama en los brazos de quien consideraba su alfa, recordó que tenía poco tiempo. Pronto el celo volvería a nublarle los sentidos y si no era su olor el que despertaba a Roier, sería él mismo rogándole que le haga suyo de nuevo, como si su parte trasera no estuviera ya moldeada para él por todas las veces que lo hicieron durante la noche y gran parte de la madrugada.

Con cuidado tomó la muñeca de Roier, y aunque este protestó aún dormido, se movió con cautela para lograr sacarse su brazo de encima. Parándose de la cama, lo primero que hizo fue buscar sus bóxers y su pantalón, no era buena idea tomar un baño.

Observó su celular y soltó un sonido parecido a un gruñido al observar las diez llamadas perdidas de Spreen, y un par de Missa. Estaba intentando realmente no pensar en lo que había ocurrido la noche anterior, no quería que su mente o los malos pensamientos lo dominen y termine llorando al pensar que la unión que sintió durante la noche fue solo su lado animal follando. Ambos estaban en celo, no había mucho que razonar. Soltando un largo suspiro, presionó el botón para devolver la llamada de Spreen y colocó el celular cerca de su oreja.

──¿Quackity? ─escuchó la voz alarmada del amigo de Roier.

──Si. ─caminó por el enorme penthouse buscando el baño, tenía que confirmar lo que sus recuerdos le decían.

──Amigo, ¡Estás vivo! Mierda, te he estado llamando como cincuenta veces, ¿dónde has estado? Estaba a nada de llevar a la policía para saber si había un cadáver por ahí.

──Sí, que gracioso, Spreen. ─suspiró, al fin encontrándose con el gigantesco baño e intentando no admirar los detalles, se colocó frente al espejo, confirmando lo que recordaba──. No me mordió... ─murmuró más para sí mismo que para Spreen, aunque claramente él pudo oírlo.

──¿No? Bueno, eso es genial considerando la situación de los dos, quizás simplemente su alfa no te quiere o Roier es el único alfa no posesivo de la historia mundial. ─claro, no le mordió el cuello, pero lo demás estaba hecho un desastre entre tantas marcas de propiedad rojas en cada espacio de su piel restante, imaginaba que su espalda igual. Si lo pensaba bien, aún sentía sus cálidos labios devorándolo y robándole hasta el último aliento, se sorprendió de no haberse desmayado durante la noche──. Spreen, escucha. ─volvió lentamente a la habitación de Roier──. Necesito salir de aquí, él ya está bien y yo no. Quiero ir a mi casa.

──Lo sé, por eso mismo te llamaba, no sabía si deseabas quedarte con él o...

──Mi casa, Spreen. Ahora.

──Vale, ya entendí. ─él suspiró a través de la linea──. Vístete, te enviaré un mensaje cuando el auto esté en el primer piso, ya sabes. No tenés qué preocuparte.

──Sí, gracias. ──iba a cortar, o eso hasta que registró otro detalle importante──. ¡Espera!

──¿Qué pasa?

──Los supresores... Debes dármelos, los necesito y no tengo dinero para ellos.

──También pensé en eso, tranqui. Shadoune está llevando unos especiales para momentos como ese, llegas a casa, lo tomas y todo bien, si no confías en una sola vez, después de ocho horas podés tomar otro. ─jamás había escuchado de esos, sin embargo no dudó, por la seriedad de su voz, que eso era verdad. Muy aparte de que si no lo era, seguro se encargaría de matarlo.

© The Perfect Omega | Spiderduck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora