──Ahora sí.
Roier lo dejó caer con cuidado sobre las finas sábanas de la cama. Cuando le hizo la pregunta no sabría decir si fue por instinto cuando reaccionó primero, o fue un simple impulso, pero lo besó profundamente antes de sentarse sobre sus piernas, permitiendo que sus manos acariciaran cada rincón de su piel mientras las suyas se encargaron de quitarle todas las prendas superiores hasta que lo cargó, terminando ambos en la habitación.
El castaño se colocó con cuidado sobre su cuerpo y sus manos le tomaron las mejillas para volver a atrapar y unir sus labios mientras movía ligeramente sus caderas contra él, creando fricción incluso con algunas prendas inferiores de por medio. Ese momento era real. No había celo, ni siquiera instintos, solo eran Roier y él, juntos. Era su alfa queriéndolo marcar como suyo, de su propiedad.
──Nada más no me rompas la ropa, ¿Entendido? ─murmuró el más bajo, quién sabía que estaba sonriendo como pocas veces lo hacía, mientras sus piernas se separaban y recibían el cuerpo de su alfa entre ellas. Sus manos se sumergieron en el cabello marrón, disfrutando del roce que hacían sus bocas contra la otra. Sin besarse, solo jugando y provocándose mutuamente.
Pudo sentir como lentamente la habitación se llenaba de sus aromas en una combinación dulce y fuerte, deliciosa, casi tanto como los besos que Roier le daba. La mano de su novio se introdujo bajo su camisa, y jadeó. Sintió la yema de sus dedos acariciarle hasta llegar y tanteó su pecho. Iba a gemir cuando de repente su boca tomó la suya, ahogando cualquier sonido en sus labios en un movimiento hambriento.
──Yo creo que si debería romperla. ─Roier besó su barbilla y realizó un recorrido entre besos hasta llegar a su cuello, mordiendo suavemente la zona──. Me gusta cuando usas mi ropa.
──Puedo usar tu ropa sin la necesidad de que hagas mierda la mía, sabes. ─sus manos bajaron con torpeza, encontrándose con el inicio de su jean, tanteó hasta que sujetó los glúteos del castaño y los apretó entre sus dedos, sacándole un jadeo que luego se convirtió en una lasciva sonrisa.
──¿Ya estás impaciente, mi amor?
──Quiero que me hagas tuyo.
Se besaron de nuevo después de eso y sus labios rompieron el contacto cuando un gemido escapó de ellos, Roier tardó en desabotonar su pantalón, pero una vez hecho tomó directamente su erección, dándole una ruda presión. Volvió a besarlo, tratando de callar los sonidos vergonzosos que salían de su boca.
Lo siguiente pasó muy rápido, ambos sintieron la presencia de alguien más, pero fue demasiado tarde para reaccionar. Las puertas de la habitación se abrieron cuando un alfa entró, gritando.
──¡Roier! Oye pelotudo, tenemos pro-. ─su voz se cortó en cuanto fijó la vista en la cama, donde se encontraban ambos. Sintió su rostro ruborizado muy rápido, ¿Cómo había entrado? ¿Por qué no lo sintió? Mierda.
──¡Ay, eres un pendejo, Spreen!
¿Ese sujeto era Spreen?
Roier cayó encima suyo, soltando un bufido. Volvió a abrochar sus pantalones cuando notó que el inmenso alfa pelinegro no dejaba de mirarlo. Bufó cuando el castaño se puso delante de él, justamente cuando iba a observar mejor al otro alfa. No teniendo de otra, se apoyó en sus rodillas y se estiró sobre la cama, viendo por sobre el hombro de su novio.
──Te me hacés un poco conocido... ─mencionó el híbrido oso hacía él, y entonces todo encajó en su cabeza, tan rápido como el disparo de una cámara.
──¡Ay por Dios! ¡Eres el imbécil!
──¿Imbécil? ¡La re concha de mi hermana! ¡Sos el padre del diablillo ese que me llamó idiota!
ESTÁS LEYENDO
© The Perfect Omega | Spiderduck
FanfictionCuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar a el amor de tu vida. Quackity tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad. ¿Qué alfa querría encargarse d...