──¿Por qué te gusta tanto el carrito de los juegos? si sabes que no arrancará nunca, ¿verdad?
──Mueve así. ─su pequeño se quedó parado y empezó a tambalear su cuerpo de adelante hacía atrás, se acercó más, asegurándose que en una de esas no terminaría cayéndose por perder el equilibrio.
──Sí... Supongo que solo es mi envidia por ser demasiado grande para subirme a eso. ─Tilin y él rieron ante sus palabras. Era un domingo muy tranquilo, el día anterior lo usó para no pensar en nada que no sean los gritos y las carcajadas llenas de alegría de su pequeño cuando su carrito chocaba o explotaba. Definitivamente apenas entendiera, debería explicarle que ese no era el propósito del juego, pero mientras su hijo sonriera, era su mayor logro, haría todo por verlo reír.
Trás regresar de hacer las compras de la semana, dejó que Tilin cargará la bolsa que traía la caja con su leche chocolatada, de hecho no la había querido soltar desde que la cogió de su estante, y estaba bien, no pesaba tanto. Sin embargo, la bolsa enorme en la que la habían metido, obstruía la visión de su pequeño, así que tenía que asegurarse de ver por donde caminaba para que no choque con nadie.
──¿Qué quieres comer hoy? puedo hacer desde un estofado a... ─se fijó apenas un segundo en los ingredientes que traía en su enorme bolsa, cuando de repente Tilin ya había chocado con alguien y estaba tirado en el suelo, cayendo sentado y tirando su cajita de leche con un puchero adornando sus labios.
Lo primero que hizo fue levantarlo mientras él llevaba una de sus manos a su traserito, sobándose al parecer. Gruñó y estuvo a dos segundos de lanzarse sobre la otra persona por hacerle daño a su pequeño y estaba dispuesto a no disculparse, pero fue su descuido, así que respirando hondo, subió la mirada para enfrentarse a una penetrante mirada violeta que le observaba lentamente de arriba hacia abajo.
Era un tipo de buen porte con su celular en la mano y mochila en la otra. Cargó con mucho cuidado a Tilin, sosteniendo bien la bolsa con las compras, aunque la de la leche quedó en el suelo.
──Oye, lo siento, no fue su culpa, no podía ver al frente. ─habló con todo el buen ánimo del mundo, aunque apenas ese sujeto lo barrió con la mirada, su paciencia empezó a agotarse lentamente.
──No importa, ¿te apartas? ya estoy lo suficientemente cabreado con la idea de que por poco esa leche cayera sobre mi ropa.
──¿Qué? te estoy diciendo que no fue su culpa, es un niño, ¿qué pasa contigo?
──¿Qué pasa conmigo? ¿qué pasa contigo que aún no te quitas? ¿no ves que mi tiempo sí vale la pena? dedícate a tu hijo y deja de ser tan descuidado.
──¡Idiota! ─ambos voltearon hacía su pequeño en brazos, quien lo miraba con el ceño fruncido, arrugando su barbilla y mandándole pequeños gruñidos. No pudo evitar querer reír, aunque lo siguiente fue la gota que derramó el vaso.
──¿Idiota? ¿este mocoso acaba de llamarme "idiota"? ─si, ese fue el colmo. No le tomó mucho el pensar qué podía hacer para realmente hacerle daño a ese imbécil, cuando notó que sus piernas estaban lo suficientemente separadas, sin más ni menos, le metió una fuerte y bien dirigida patada justo al medio de estas y no fue hasta que el sujeto se enfrió, que retrocedió.
──Imbécil. ─logró decirle antes que el mismo instinto le obligara a correr lo más lejos que podía, cargando a Tilin y la bolsa mientras el tipo se encogía cubriéndose sus partes, incluso la mochila y el celular que traía cayeron al suelo. La verdad no le importó voltear después de eso.
Corrió y corrió hasta que las piernas le empezaron a quemar y entonces dobló en una esquina, tomando un respiro, observando como Tilin se removía en sus brazos, sacando su cabeza de lo escondida que había estado en su cuello y mirándolo con un puchero.
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© The Perfect Omega | Spiderduck
FanfictionCuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar a el amor de tu vida. Quackity tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad. ¿Qué alfa querría encargarse d...