Capitulo 23

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──¿Novios? ─murmuró, sintió que su corazón se detuvo cuando Roier llevó sus manos entrelazadas hasta la altura de su labios para dejar un suave beso al dorso de su mano, regalándole otra de sus preciosas sonrisas. Estaba seguro que se iba a desmayar en cualquier momento.

──Sí, novios. ─confirmó, aunque ambos sabían que lo había escuchado muy bien──. Y antes de que salgas con otra cosa más, estoy preparado para un "No" como respuesta, eh. Verás, no soy alguien que se rinda tan fácilmente, menos cuando algo le importa, así que aunque me digas que no y me mandes...

──Si.

──... a la chingada, pienso preguntártelo a cada hora del cada día, cada sem-. Espera, ¿qué dijiste?

──Si, si, ¡Si! ¡Que sí quiero!

Por primera vez en mucho tiempo tanto su omega como él estuvieron de acuerdo en algo que tenía que ver con Roier. Llevo las manos a sus mejillas y tiró del rostro contrario para atrapar sus labios en un beso, uno que el castaño no tardó en corresponder, rodeándolo por la cintura con los brazos mientras alejaba su cuerpo de los azulejos y lo presionaba contra el suyo, soltando un pequeño gemido. Sonrió cuando el otro gruñó, su pierna ya había escapado de entre las suyas y ahora había sido él quien impactó contra su entrepierna debido al movimiento agresivo.

Dejó que la lengua opuesta hiciera de las suyas en su boca hasta robarle el aliento por completo, separándose tan solo para jadear sobre el otro. Notó como el ambiente se iba calentando, y aunque una parte de sí indicó peligro cuando la mano del castaño fue bajando por su espalda, volvió a besarlo sin preocuparse en nada más.

Su alfa, suyo. Todo de él.

──Mi omega, mi patito. ─Lo escuchó murmurar cuando rompió su beso antes de iniciar otro. Los dedos del híbrido arácnido tantearon justo en su parte trasera, haciéndole jadear apenas se ubicaron en su trasero, dejando que rozara una zona tan cercana a su entrada que sus manos se colocaron en los hombros contrarios, entrando sus uñas.

Soltó un gemido al separar sus bocas, alejándose el poco de distancia que su posesivo abrazo le permitía.

──R-Roier. ─gimió, sintiendo sus labios tan calientes como empezaba a sentir todo su cuerpo.

No podía, aunque deseara tanto quedarse ahí con él y que lo hiciera suyo como aquella noche en su penthouse, una pequeña imagen mental de su bebé teniendo que aguantar a su madre se encargó de desconcentrarlo. Eso y que no quería avergonzarse teniendo que pasar por la sala para llegar a su habitación y cambiarse los pantalones.

──No se puede.

──¿Y por qué no? Eres mío ahora. Si que puedo. ─intentó no derretirse con sus palabras.

──Sí, pero tengo un hijo afuera que está soportando a mi madre, tenemos que salir.

──¿Luego?

──Está Tilin...

──Sal conmigo.

──¿Qué?

──Que salgas conmigo. Mañana, hoy no se puede porque está Tilin y lo entiendo, pero quiero que tengamos una cita mañana, en mi departamento. ─se mordió el labio, nunca creyó que fuera a regresar a ese lugar, o al menos no tan pronto.

──¿Y si me sale un trabajo para el domingo?

──Pues lo cancelas.

──Seré despedido.

──No importa. ─a pesar del tono despreocupado que tanto odiaba, la enorme sonrisa en su rostro y como sus ojos adquirian un hermoso brillo, era más que suficiente para tenerlo suspirando. Nuevamente gimió, esta vez porque no podía decirle que no──. Es broma, mi amor. ─murmuró el castaño, acercándose para besar cada uno de sus párpados, eliminando los rastros de lágrimas que su mano no había podido──. Pero en serio me muero por tenerte conmigo... A solas.

© The Perfect Omega | Spiderduck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora