Capitulo 27

483 58 17
                                    

──¿A qué se refiere?

Observó como la boca de Vegetta se abría para continuar, pero fue entonces el estruendo de una puerta cerrarse lo que llamó la atención de ambos. Vegetta le miró y luego hacía atrás de dónde él estaba; al darse la vuelta, vió a Roier caminando a paso apresurado hasta que llegó a su lado y tomó su mano, entrelazando sus dedos y tirando ligeramente de él hasta acercarlo lo suficiente a su cuerpo para rodearle la cintura con firmeza.

──Necesito... Dios, necesito tanto olerte. ─Quackity sentía el pecho de su novio subir y bajar, tal vez por la adrenalina. ¿Habrían estado discutiendo? ¿Qué había sucedido en esa habitación?

──Llévatelo, Roier. Hablaré con tu abuelo.

Roier afirmó con la cabeza y al segundo siguiente ya estaban saliendo del enorme edificio.

La mano del castaño temblaba, el agarre sobre la suya era fuerte y definitivamente no dejaba circular bien la sangre, pero no sentía dolor, al contrario, le dolía el pecho por verlo de esa manera. Le ayudó a subir al auto y después subió él para salir rápidamente del estacionamiento, solo una vez estuvieron en la autopista soltó un suspiro cargado de enojo, apretando los dedos sobre el timón.

──Roier.. ─suspiró, sin saber muy bien qué hacer. Nunca había visto a ningún alfa así, aunque tampoco era muy experto en la materia de conocerlos──. ¿Qué pasa? Dime, por favor, quiero ayudarte.

──Espera, solo espera. ─su novio alzó la mano hacía su dirección, estirando el índice como si intentará callarlo. Obedeció, aunque no sonaba enojado, pero sí agitado──. Necesito que esperes.

──Está bien, yo espero. ─mordió su labio inferior, observando como Roier no despegaba la mirada del camino, tenía el ceño fruncido y las cejas curvadas hacia abajo. Enojo, ira, fastidio, el olor no tardó en llenar el auto. Su omega tembló y su cuerpo se tensó, no les gustaba que su novio estuviera enojado, por lo que no tardó en soltar, en un pequeño susurro, la duda principal que lo estaba carcomiendo──. Hice... ¿Hice algo malo?

──No, tú no. ─el auto seguía avanzando a gran velocidad, por suerte ya era muy tarde. No se había fijado en la hora desde que salieron de su casa pero esperaba que fueran más de la media noche──. Yo. ─siguió, así que solo lo miró, dejando que tomará su propio ritmo──. Yo soy el pendejo que creyó que él entendería, pero no pasó.

──¿Tu abuelo? ¿es eso? ─observó las venas marcadas ligeramente en la mano del castaño por la nueva tensión producida, y lo tomó como un sí──. ¿Eso haces? ¿estás conteniéndote? ─Roier no dijo nada y tampoco hizo falta, cada detalle de su reacción encajó perfectamente.

Para ese momento ya sabía que Roier era el alfa con quien desearía pasar cada segundo del resto de su vida. La noche había sido larga, muchísimo, no habían hecho lo que planeaban pero conoció tanto de su mundo, que ese último detalle solo le ayudó a comprender que Vegetta tenía razón. Él también veía a Roier como su alma gemela.

Y honestamente, Roier tampoco era un alfa perfecto.

Si hablaba seriamente, en realidad no existía ningún prototipo del ser perfecto, no había ni un estándar, ni un manual para hacerlo al pie de la letra. No solo eran alfas, betas u omegas, sino también personas. Roier le había demostrado que no era un fenómeno por ser diferente, pero si que las diferencias eran buenas. Ahora mismo su novio es diferente, pero amaba cada una de sus particularidades. Y si tuviera que usar esa palabra en una oración, diría que Roier era la persona perfecta para él.

Roier marcaba la diferencia en su vida de una manera hermosa, una que aceleraba su corazón con cada recuerdo de todo lo que se había enterado esa noche. No tuvo una familia que estuviera inculcándole una creencia, de hecho tenía una que intentaba lograr en él la perfección que no había en sus propias vidas, sin darse cuenta de que eso no se encontraba en los deseos de él.

© The Perfect Omega | Spiderduck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora