Estaba enojado. No, enojado era poco, tenía tantas ganas de echar a Roier de su casa, pero aún peor que eso, se encontraba colérico por el simple hecho de no poder hacerlo, de desear tanto besarlo y frotarse contra él para llenarse de su aroma.
Definitivamente su vida se resumía en una mala comedia en la cual tenía dos personalidades que se la vivían peleando, una donde se decía, "Maldito omega, eres horrible y feo" y otra donde palabras como "Quiero Roier. Quiero besarlo" se volvían una necesidad. Poco faltaba que le saliera otra cabeza y sería el colmo. Soltó un suspiro totalmente molesto cuando adentró a Roier en el baño y cerró la puerta de un fuerte portazo, poco le importaba si su madre se enteraba de que todo era una estúpida mentira, pero tampoco quería explorar los límites de la paciencia de un alfa, Roier respondería muy mal si le gritaba frente a su madre.
──¿Puedes decirme qué mierda te pasa? ─intentó hacer un sonido parecido a un gruñido, pero Roier no se inmutó en lo más mínimo. Cuando vió que él iba a hablar, estaba seguro que saldría con alguna de sus bromas tomando las cosas a la ligera, por lo que se adelantó──. No, mejor no respondas, ¿cómo se te ocurre hacer algo cómo eso? ¿te das cuenta de dónde te estás metiendo? Una cosa es algo nuestro que no comprendo, pero ella irá a decirle a mi padre y a sus amigas, ¡Es una chismosa, Roier!
──¿Eh? ¿algo nuestro que no comprendo?
Él repitió esas únicas palabras, no deseaba hablar de ello con su madre presente en la casa, pero si tanto quería hacerlo, estaba bien.
──Sí, esta mierda que no entiendo.
Sus brazos se colocaron instintivamente sobre su pecho, cruzándolos mientras daba un par de pasos hacía la pared más cercana. Roier no se veía amenazante, de hecho el único que soltaba un aroma lleno de enojo como una peste era él, pero igual, algo dentro suyo lo mantenía alerta, pues los había encerrado en una habitación y en cualquier segundo alguna parte del castaño podría hacer clic y enojarse. No quería a su alfa enojado. Demonios, ¡Debía dejar de pensar así!
Sacudió la cabeza intentando ignorar esos vagos y asustados pensamientos de su omega, él quería más caricias como aquellas de la sala pero primero necesitaba explicaciones, su cabeza iba a explotar si no lo comprendía de una vez.
──¿Qué es lo que no entiendes? Quería verte y no me llamabas, me dijiste que tu madre venía hoy y pues pensé que sería genial callarle la boca, tú lo dijiste, ¿No?
──¡Sí, pero no es tan fácil, idiota! Me metes en problemas, ¡Te metes en problemas! ¿Qué pasará cuando ella le vaya a contar a todo el mundo? ¿qué sucederá contigo?
──Pues mientras yo no lo diga, no creo que vayan a creerle a una persona que ni siquiera conozco públicamente, ¿Sabes cuántos omegas han inventado que tengo una relación con ellos o que esperan un hijo mío? Los medios pueden decirlo, pero me vale madres.
──Que chingón, no te interesa. Es así de fácil, ¿No? Todo solucionado. ─dijo con obvio sarcasmo, rodando los ojos ante su falta de seriedad porque las cosas no eran tan simples.
Además... No le agradaba la idea de Roier negándolo ante las cámaras, ni siquiera se preocupaba oficialmente por todo lo que dirían en la Universidad de él como persona, solo... Solo no deseaba escucharlo decir que no eran nada, lo iba a romper por completo.
──Quackity, no estés triste. ─lo escuchó murmurar. Lo olió, claro, un espacio tan cerrado era suficiente para que su nariz pudiera sentir cada una de las fuertes y ruidosas emociones que tenía, con claridad.
──¡No es tan fácil! ¡Nada es fácil! ¡Tú no eres jodidamente fácil! ─sus manos subieron hasta sus propios cabellos queriendo tirar de ellos, aunque se contuvo. No era el culpable, era Roier, solo él y su rara forma de pensar──. Mierda, a veces quisiera entrar en tu cabeza y ver qué putas pasa por tu cerebro cuando tienes ideas como está. No tienes ningún derecho, ¿Sabes? ¡Ninguno! De venir a mi casa y presentarte como mi alfa sin que yo supiera nada, de ponerme en esta situación frente a mi madre, ¡De hecho no tienes derecho a absolutamente nada!
ESTÁS LEYENDO
© The Perfect Omega | Spiderduck
Hayran KurguCuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar a el amor de tu vida. Quackity tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad. ¿Qué alfa querría encargarse d...