Capitulo 36

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⸺No puedo ser... Y-Yo...

Al segundo siguiente de que procesó con totalidad las palabras que resonaban en su mente, Quackity llevó sus manos a su vientre, acariciándolo con suavidad. Cerró los ojos con fuerza, preguntándose cómo no lo había visto venir; tantas náuseas y tanto dolor solo podían significar que su organismo se estaba acostumbrando, adaptándose para el pequeño que crecía en su interior.

⸺¡¿Me estás jodiendo?! ─escuchaba distante la voz de Luzu, quien se alejó de Auron y de él. Caminó por todo el lugar y, al segundo siguiente, Lolito entró corriendo, preocupado por lo que estuviera causando que el alfa se alterara de esa forma.

El ambiente no tardó en llenarse de las feromonas de Luzu; olía mal, algo que al inspirarlo se sentía hasta en la boca, y lo llamaba a querer vomitar. O quizás solo era él. En serio necesitaba una cubeta o algo, no podía aguantar tantas náuseas golpeándole como retorcijones que solo lograban hacerle encoger más en su pequeño espacio.

⸺¿Qué sucede? ¿Qué tienes, Luzu?

⸺Apestas, estúpido. ─Auron acercó su mano a su nariz, cubriéndola del aroma que cada vez se hacía más fuerte──. Joder, Lolito, ¡Llévatelo! Parece tóxico.

Sorprendentemente, el pelirrojo obedeció, y aunque Quackity no lo vió, escuchó los pasos fuertes y duros de Luzu y del otro alfa, para luego oír una puerta cerrándose con fuerza. Suspiró, liberando todo el aire que ni siquiera sabía que estaba aguantando, apoyando su cabeza en la pared y cerrando los ojos por un segundo.

No hacía falta sumar dos más dos para saberlo: estaba esperando un hijo de Roier. Y aunque sentía a su omega enloquecer de felicidad en su interior y esas enormes ganas de sonreír al imaginar un pequeño bebé idéntico a ese hermoso alfa, la parte racional de su cabeza le recordaba dónde estaba, con quiénes, el peligro que aún corría y cómo este aumentaría una vez Luzu se tranquilizara.

⸺¿En serio no lo sabías? ─se escuchó la calmada voz del otro omega, quien aún continuaba en la habitación. Se cuestionó si debía contestarle, pero al recordarle que lo había salvado de un trauma del cual seguro ni saldría cuerdo, pensó que quizás se merecía el beneficio de la duda.

⸺No... ─murmuró en respuesta, mirándolo por el rabillo del ojo──. No debe ser tan grande... Menos de un mes, ¿no?

⸺No puedo saber eso, lo siento. ─Auron se colocó de cuclillas a su lado, mirándole con curiosidad──. Solo sé que estás esperando un cachorro, eso es lindo, ¿no? ¿es de ese chico? Eh, ¿Roier? ¿era así?

⸺Sí. ─aunque aún se encontraba alerta, se atrevió a observarlo directamente, dejando que las palabras salieran de su boca sin siquiera pensarlas──. ¿Me puedes traer ropa? Tengo frío.

Carajo. La verdadera razón ni siquiera era el frío, sino la humillación de su desnudez en un espacio en donde sentía cualquier cosa menos comodidad. Por un segundo, se imaginó que los omega que servían para el tráfico de personas debían vivir así, ¿no? Como animales, totalmente desnudos, esperando que llegara alguien que los quisiera usar como juguetes de todo tipo.

⸺Claro. ─la dulce voz de Auron lo sacó de sus pensamientos, sorprendiéndole por lo amable que sonó──. Igual Luzu seguro tardará en calmarse, déjame traerte algo de la ropa de Lolito; creo que él queda mejor a usar algo del otro idiota.

La suave mano de Auron se paseó por sus cabellos antes de que se levantara y marchara. Quackity lo miró hasta que desapareció por las escaleras y luego volvió a observar justo al frente de él, sin haber soltado su abdomen en ningún segundo. Cerró los ojos, seguro de que a Roier le emocionaría mucho saber que las pastillas de Spreen habían fallado. Quizás le besaría, le cargaría y le daría vueltas como en las malas novelas cursis, aunque en este caso él moriría de amor, no de lo jodidamente empalagoso que sonaba, sino de lo malditamente mágico que era.

© The Perfect Omega | Spiderduck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora