No Place Like Home 2: Familiar Sins Come Crashing In

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Los Pecados Conocidos Regresan de Golpe.



Wally realmente no podía llamarlo una pesadilla. Una pesadilla, por definición, era un mal sueño... imágenes aisladas y desagradables que provocan poca respuesta emocional del soñador. Las pesadillas normalmente ocurren en el ciclo Rem del sueño, e incluso aquellas que causan ansiedad e insomnio pueden ser atribuidas al estrés del día o a una fiebre. Wally sabía eso. Podía pensar científicamente sobre ello, podía compartimentar todo eso hasta que solo quedaran los hechos. Y por lo general encontraba consuelo en eso.

Con los ojos abriéndose de golpe y un jadeo que se arrastraba como hielo quebrado en su garganta, Wally se sobresaltó, y ... en realidad, no hubo ningún consuelo en el hecho de que técnicamente no había sido una pesadilla. No había nada de consuelo. Las imágenes no eran aisladas. Era algo repetitivo, una llanura de nada y de todo al mismo tiempo, de luz arremolinándose y de una existencia sin sensaciones. No solo era algo desagradable, era jodidamente horrible, así que estaba bastante seguro de que también podía descartar lo de "poca respuesta emocional". Ni siquiera había alcanzado el sueño Rem. Siendo honestos, ni siquiera se había quedado dormido.

Y, para colmo de males, ni siquiera era de noche. La semántica de tener una pesadilla en mitad de la tarde no le parecía tan interesante en ese momento. Mirando el techo tostado por el sol y las grietas envejecidas en las molduras Wally sintió como, gradualmente, su ritmo cardiaco se desaceleraba hasta convertirse en solo un ruido sordo en su pecho. El sentimiento de pánico y aislamiento se disipó lentamente, hasta que no quedó nada más que una tranquila inquietud. Con un profundo suspiro, Wally dejó caer la cabeza a un lado, de donde había estado apoyada en el respaldo del diván, para observar el reloj de péndulo apoyado contra la pared opuesta. Las elegantes manecillas marcaban pasadas las 5pm. Solo habían pasado veinte minutos desde la última vez que lo vio. Y media hora desde la vez anterior a esa. Wally gimió, frotándose la cara con la palma de la mano.

El libro que había estado leyendo se encontraba abierto sobre su pecho. Se trataba de un relato periodístico sobre La Invasión, uno de la docena que habían sido publicados desde entonces. En retrospectiva, tal vez no fuese el mejor material de lectura para tomar una siesta de medio día, pero en su defensa no había planeado quedarse dormido. Durante las últimas tres semanas, desde su regreso de la prisión de la Speed Force (o cualquier dimensión incorpórea en la que estuvo atrapado por dos años), había estado tratando de ponerse al corriente de lo que se había perdido. En este punto, prácticamente cualquier cosa para ocupar su mente.

Wally estiró los brazos sobre su cabeza con un largo bostezo, sintiendo el aire alcanzar lo más profundo de sus músculos mientras se sacudía los últimos rastros del recuerdo. Tomó su libro, pasó las piernas por el costado del diván y se encontró, por un momento, simplemente dejando que su mirada recorriera el vacío Solar. Hace solo unos días esta habitación estaba llena con sus amigos. Tal vez podría considerarse un poco deprimente el verla tan vacía ahora, pero el simple recuerdo de esa noche era suficiente para proporcionarle una compañía dulce esta tarde. Prácticamente tenía La Mansión para él solo, con todos los demás fuera disfrutando del gran mundo, pero se había arrastrado hasta aquí donde se sentía un poco menos solo. Por ello, claro está, y también por el hecho de que por más cómodo que estuviera en La Mansión, a causa todos los años que había pasado explorandola con Dick, aún tenía ese persistente temor infantil de que iba doblar la esquina equivocada y terminaría cayendo en una trampilla del siglo XIX.

Por otra parte, tal vez no estaba tan solo como pensaba. Saliendo de su ensimismamiento, Wally se movió para bajarse del diván solo para volver a caer en él con un grito de sorpresa cuando notó al niño mirándolo desde el umbral. Damian estaba de pie apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho, la mochila aún colgandole de un hombro y el uniforme de La Academía Gotham aún impecable. La cantidad de odio y resentimiento que ese niño podía albergar en una sola mirada era realmente impresionante para su tamaño.

Watercolour [Birdflash]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora