Capítulo 1. El Llit (Sábado 12 de agosto de 2023)

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En la calurosa noche de aquel verano en Barcelona, Violeta paseaba por las estrechas calles del Barrio Gótico. Las terrazas rebosaban y el bullicio de las conversaciones, más o menos banales, de la gente se mezclaba con el ruido de la ciudad. Atraída por el dulce y peculiar sonido de una voz que cantaba en la lejanía, decidió entrar en un pequeño local llamado "El Llit". El lugar era una antigua taberna muy acogedora repleta de pequeñas luces cálidas colgadas a lo largo de las paredes que aportaban una tenue iluminación al local. Habría unas 30 personas, más o menos, repartidas por la sala en pequeños grupos o parejas. Casi todas tomaban uno u otro tipo de cerveza, algunas una copa de vino y otras un refresco o un vaso de agua. En el fondo, en un pequeño escenario, se encontraba una joven pelinegra sentada en un taburete cantando junto a su guitarra.

La joven, de largo pelo negro y ojos verde esmeralda, tocaba una guitarra clásica color rojo cereza mientras cantaba, como Violeta nunca había oído, esa canción que tantas veces había escuchado a solas en su habitación:

-     2 a.m and she calls me 'cause I'm steel awake, ¿can you help me unrabel my latest mistake? I don't love him, winter just wasn't my season...

Violeta se quedó embobada mirando a la joven. Las ondas de su larga y oscura melena reflejaban la tenue luz del local y su piel, levemente bronceada, parecía tener luz propia. Dos grandes ojos verde esmeralda se escondían detrás de unas gafas cuadradas de pasta negra, que reposaban sobre una pequeña y redonda nariz, y unas cejas perfectamente despeinadas. Con el movimiento de sus finos y rosados labios salía un aire de voz rasgado que difícilmente podría confundirse con el de otra persona. La forma en que cantaba esa canción... parecía estar hecha para ella.

-     Yeah, we walk through the doors, so accusing their eyes like they have any right at all to criticize. Hypocrites, you're all here for the very same reason – cantaba.

La pelinegra vestía un top blanco ajustado de maga corta que dejaba entrever parte de su abdomen, un chaleco negro y unos vaqueros cargo. En los pies, unas deportivas blancas marcaban el compás. Entre sus delicadas manos repletas de anillos sostenía una guitarra, mientras tocaba, de una forma impecable, los acordes de la canción.

-     'Cause you can't jump the track, we're like cars on a cable and life's like an hourglass glued to the table. No one can find the rewind button, girl, so cradle your head in your hands... and breaaathe... just breaaathe... – continuó la cantante mientras Violeta escuchaba atentamente.

De repente una voz grave desvió la atención de Violeta.

-     Perdona, ¿quieres algo? – preguntó un camarero desde la barra.

-     Sí, sí. Disculpa. Yo... - balbuceó Violeta sin dejar de mirar a la chica.

-     Es buena, ¿verdad? – dijo el joven.

-     ¿Perdón? – respondió Violeta desconcertada.

-     La cantante, digo. Se llama Chiara. Suele venir todos los sábados. Yo creo que es una pasada lo que hace con la voz.

-     Ah, sí. Claro, la chica. Sí, sí, es buena, supongo... – dijo con una leve sonrisa forzada –. Yo tampoco es que entienda mucho, la verdad – acabó por decir.

-     Bueno, entonces... ¿te pongo algo o no?

-     Una cerveza, por favor – pidió finalmente Violeta.

-     ¡Marchando!

Violeta volvió a dirigir de nuevo todos sus sentidos a Chiara, la chica que cantaba, y la canción tan hermosa que estaba sonando. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo mientras la muchacha pronunciaba sus versos:

-     "There's a light at each end of this tunnel" you shout 'cause you're just as far in as you'll ever be out and these mistakes you've made, you'll just make them again if you only try turning around.

Era, simplemente, arte en vivo y en directo.

-     Aquí tienes, guapa – dijo el camarero entregándole un botellín de cerveza bien frío.

-     Gracias – respondió Violeta mientras cogía la bebida y la acercaba a sus labios.

Rápidamente su mirada volvió a fijarse en la joven del escenario.

-     And I feel like I'm naked in front of the crowd 'cause these words are my diary screaming out loud and I know that you used them however you want to – siguió cantando -. 'Cause you can't jump the track, we're like cars on a cable and life's like an hourglass glued to the table. No one can find the rewind button. Now sing it if you understand and breaaathe, just breaaath. Ooh, breaaathe, just breaaathe... - cantó finalmente la joven.

De repente todo el local se levantó y empezó a llenarse de aplausos. Algunos asistentes, entre sollozos, se secaban las lágrimas mientras otros, boquiabiertos, aplaudían como, seguramente, jamás habían hecho.

Violeta, ensimismada, quedó inmóvil mirando fijamente a la cantante mientras sentía cómo se le erizaba la piel y aplaudía efusivamente. Chiara agradecía a toda la gente del local, miraba a un lado y a otro, saludaba con la mano a todos los presentes a la vez que se llevaba la mano al pecho como forma de agradecimiento por todo el amor que le estaban brindando. Violeta seguía mirándola fijamente y casi sin quererlo, sus miradas se cruzaron. Violeta dejó de aplaudir, petrificada, y Chiara le sonrió sin apartar la mirada. De repente, entre toda aquella muchedumbre, solo la veía a ella. La media melena fina color cobrizo de la joven iluminada levemente por la luz ambiente del local estaba perfectamente colocada detrás de su oreja, un pequeño mechón caía por su frente y rozaba la punta de su pequeña nariz. A cada lado, destacaban unos gruesos pendientes de cristal transparente que brillaban reflejando la luz en sus mejillas. Su mirada escondía unos ojos color café y unas gruesas y negras cejas perfectamente trabajadas. Dos hoyuelos abrazaban unos labios carnosos pintados con un labial rojo carmín que parecían estar esculpidos por la mismísima Venus. La pelirroja vestía un largo vestido negro de encaje de tirantes que resaltaba todas y cada una de sus curvas y que, pese a su oscuridad, hacía que ella destacara entre la multitud. Estuvieron mirándose fijamente escasos segundos, pero a ellas les pareció una eternidad.

-     Espectacular! Chiara Oliver, un dissabte més aixecant tot el públic de 'El Llit". Un gran aplaudiment, si us plau! Fantàstica, fan-tàs-ti-ca. Sí, senyora. Chiara Oliver – irrumpió la voz de un hombre en el escenario.

Chiara saludó por última vez al público y desapareció entre bastidores.

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora