Capítulo 5. La resaca

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Violeta se despertó temprano. Aún le costaba asimilar todo lo que había ocurrido el día anterior. Había sentido tantas emociones en tan pocas horas... Sentía que había encajado muy bien. «Son todos majísimos» pensaba.

Aun así, no podía dejar de pensar en Chiara. ¿Por qué el destino la había devuelto a ella? ¿Y por qué justo ahora? Ella no estaba, ni mucho menos, en su mejor momento. Julia, su novia, se había quedado en Granada y su última conversación no había sido especialmente placentera.

Las dos jóvenes se habían conocido en el instituto, cuando tenían ambas 16 años y, desde entonces, habían mantenido una relación. Quizás no era la mejor relación del mundo, pero era su relación y Violeta no conocía otro tipo. A Denna y a Salma nunca les cayó bien Julia. «No te mereces esto» le decía Denna constantemente. «Vio, hace años que no eres tú misma» le dijo una vez Salma. Las cosas con Julia no habían sido, ni eran, fáciles. Al principio, Julia era una chica encantadora y se portaba muy bien con Violeta, incluso demasiado bien pensaba Denna. Pero cuando Violeta comenzó la universidad empezaron los problemas. Los celos, las discusiones sin sentidos, las prohibiciones, los «¿Vas a salir así?», los «¿Quién es esa?» o «¿Quién es ese?», los «Seguro que te la estás tirando», los «¿Por qué no me contestas?» y las apariciones, por sorpresa, de Julia en el piso de Violeta a las tantas de la madrugada. Pero Violeta siempre le había perdonado todo, incluso la vez en la que Julia la engañó con aquella chica. Julia siempre tenía una excusa para todo, un «Pérdoname, mi amor» bajo la manga que acompañaba, siempre, con un gran gesto de amor.

Las amigas de Violeta habían intentado mil veces que abriera los ojos, pero Violeta estaba ciegamente enamorada de Julia. El verano anterior, justo antes de su viaje a Barcelona habían tenido una fuerte discusión y Julia le había dicho que no la quería volver a ver. La pelirroja, triste, decidió alejarse. Pensó que una ciudad como Barcelona le iría bien para despejar la mente. Hizo las maletas y desapareció sin decírselo a nadie. Ahí fue cuando vio por primera vez a Chiara. La forma en la que la joven la miró después de cantar había provocado en Violeta un torbellino de emociones y, desde entonces, no se la había podido sacar de la cabeza. «¿Y si lo dejo todo y no vuelvo?» llegó a pensar. «Quizás esto es una señal» se planteó.

Cuando volvió a casa se lo contó todo a Denna, su mejor amiga. «Es una estúpidez, seguro, pero, Denna, te juro que la conexión que sentí cuando me miró... No sé... Es algo que no había sentido nunca» le confesó a su amiga. «Eso es lo que necesitas, amor. Un cambio, una novela romántica, una chica que te haga sentir cosas, como en esas pelis de los domingos de antena tres» le había dicho su amiga bromeando. Violeta empezaba a abrir los ojos. Dolida, comenzaba a ver diferente todas las discusiones que había tenido con Julia. Ya no le parecían tan banales ni sus disculpas tan buenas.

Sin embargo, a las pocas semanas Julia apareció en su casa inmersa en un mar de lágrimas, suplicándole que, por favor, le diera otra oportunidad. Violeta no pudo resistirse, verla tan mal le dolía demasiado, así que aceptó. Todo parecía ir mejor, Julia ya no tenía las conductas de antaño y la relación estaba en su mejor momento. Parecía que todo iba viento en popa hasta que Violeta anunció que había solicitado la beca para el SICUE, que quería ir a Barcelona a pasar los últimos meses de carrera. Julia había estallado en cólera. «¿Por qué ahora, Violeta? Joder. ¿Por qué ahora? Estamos bien» le había recriminado. «Es una experiencia que quiero vivir, es ahora o nunca» le había explicado Violeta.

Las cosas después de eso empezaron a volverse más tensas. Julia no dejaba de hacerle comentarios sobre cómo iba a tirar por la borda su relación y de reprocharle que la abandonara durante esos meses. «Vente conmigo» le había propuesto Violeta una vez. «Sabes que no puedo, tengo que cuidar de mi padre» le había respondido. «Serán solo unos meses» la intentaba calmar la pelirroja a menudo.

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora