Capítulo 21. A golpe de rodillas

1.4K 45 0
                                    

- ¿Ahora me vas a dejar descubrir a qué sabes tú o no? - dijo Violeta liberándola de aquel beso -. Yo también quiero relamerme los labios, ¿sabes?

- ¿Yo? - dijo Chiara nerviosa mientras seguía acariciando el abdomen de Violeta -. Eso va a ser algo más complicado... - la pelirroja pasó su mano por todo el costado de la pequeña, que ahora estaba tumbada a su lado hasta llegar al borde de ese pantalón de pijama a cuadros. Observó cómo su piel se erizaba ante el contacto de su mano y sonrió tímidamente.

- ¿Y eso por qué? - preguntó juguetona.

- No me gusta mucho que me toquen... - dijo avergonzada.

- ¿Lo de ser top iba en serio, entonces? - preguntó con cuidado la pelirroja.

- Eh... Yo... Bueno... - empezó a balbucear nerviosa sin dejar de acariciar la piel de su compañera -. No es que no quiera, pero... - tragó saliva y se escondió en el cuello de Violeta -. Nunca me he sentido suficientemente cómoda con alguien para dejar que me tocasen.

- Pero tú sí lo has hecho, ¿no? - Violeta retiró un mechón de la cara de Chiara y se lo colocó detrás de la oreja para verla mejor -. Lo que has hecho... No era la primera vez que lo hacías. De eso no me cabe duda - suspiró recordando el placer que esa chica ahora tan tímida le había provocado apenas unos minutos atrás.

- No, no - dijo sonrojándose -. Definitivamente no era mi primera vez... - ambas rieron -. Me encanta hacerlo y me da mucho placer, pero no sé...

- No pasa nada, Kiki... Cuando te sientas preparada y confíes en mí podemos intentarlo. Si quieres claro - dijo con una sonrisa dulce -. No hay prisa.

- Confío en ti, Vivi - dijo esta incorporándose sobre su brazo -. Y me encantaría que me tocases - dijo sonrojándose. La mirada de Violeta se incendió ante aquellas palabras -, pero me da miedo...

- ¿Por qué? No voy a hacerte nada que no quieras y obviamente podemos parar cuando tú decidas.

- No es eso, ya sé que no harías nada que no quisiera - dijo acariciando su mejilla con delicadeza -. Es... No sé... Perdón, sé que es algo bastante irracional... Lo siento, Vivi - la pelirroja se incorporó hasta colocarse a la misma altura. Agarró a Chiara con sus brazos y la abrazó fuerte.

- No me pidas perdón por eso, Kiki. Dios. Nunca más - se retiró un poco y la miró a los ojos, esos ojos que parecían estar a punto de romperse -. Es tu cuerpo y tú decides quién y cuando quieres que lo toquen, ¿vale? - la pelinegra asintió y se inclinó para besarla.

Se besaron despacio, con calma. Primero sus labios entraron en contacto y al poco rato sus lenguas se abrieron paso para adentrarse en la boca de la otra. Sus manos buscaban sus pieles y se acariciaban suavemente. Violeta, con cuidado, consiguió que Chiara se tumbara y una vez lo hizo, entrelazó sus piernas con las de la pelinegra que enseguida dobló la que quedaba entre las de la pelirroja hasta sentir la humedad de su centro traspasar la tela de su pantalón. Violeta gimió ante la envestida y empezó a mover las caderas restregándose con aquella pierna. Acercó su rodilla hasta quedar a milímetros de la entrepierna de Chiara, que con un movimiento de cadera se aproximó a esta, encajando el centro de su cuerpo con el muslo de la pelirroja. Al notarlo, Violeta miró en aquella dirección y pudo ver como Chiara empezaba a moverse imitándola. Alzó la vista hasta encontrarse con sus ojos y pudo ver el brillo en su mirada, su boca entreabierta y el deseo impregnado en cada poro de su piel. Se acercó para besarla sin dejar de moverse encima de ella, que hacía lo mismo por debajo. Oyó los gemidos de la joven acompasarse con los suyos y se retiró un poco, poniendo una mano entre sus pechos para incorporarse. Chiara notó como su pierna perdía fuerza y la dobló antes de que acabara de estirarse, envistiendo el sexo de Violeta con el movimiento. Esta gimió y se inclinó, por inercia, hacia delante envistiendo sin querer a la joven pelinegra en el acto. Chiara gimió al notar la presión entre sus piernas y sus pezones se pusieron más duros todavía, si es que era posible. Intensificó el movimiento de caderas y buscó con su mano el cuello de la pelirroja hasta aprisionarlo.

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora