Capítulo 20. Ambrosía

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- Tu puta madre, Kiki - dijo la pelirroja casi sin aliento.

- Eh, esa boquita... A ver si te la voy a tener que lavar con jabón - le respondió justo ante de robarle un beso dulce que en pocos segundos comenzó a subir de tono.

- Kiki, por Dios... Me vas a matar. No puedes besar tan bien, no es justo - confesó entre jadeos mientras agarraba la nuca de la pelinegra entrelazando sus dedos con su melena.

- Bueno, tú tampoco te quedas corta, cariño - dijo abandonando su boca y dejando un sendero de besos por su cuello. Violeta gimió al notar sus labios sobre esa parte tan sensible de su piel y Chiara alzó la cabeza para observar la excitación en su rostro -. Dios, me pones demasiado - dijo con la mirada oscura.

- ¿Dónde has dejado a la Chiara tímida que no era capaz de devolverme ni una ficha? - se burló juguetona Violeta.

- Ah, esa. Esa es huesos - rio -. Ahora que sé que me deseas tanto como yo a ti, he vuelto a ser la Dominatrix que era antes... - siguió su camino de besos hasta alcanzar un pecho de la pelirroja, el cual empezó a devorar sin miramientos. A Violeta se le escapó un gemido al notar la lengua traviesa de Chiara en su pezón erizado -. Y ya veo que te encanta... - dijo la pelinegra al notar la reacción de su compañera.

- Oh... Joder... Miedo me das, Chiarita - miró cómo la pelinegra atacaba su otro pecho y con una de sus manos agarraba el que hacía un momento tenía preso entre sus labios.

- ¿Yo? No voy a hacer nada que no quieras, Vio... - dijo con una sonrisa pícara.

- El problema es que lo quiero todo - confesó. Esas palabras fueron la chispa que acabó de provocar el incendio que hacía rato amenazaba con explotar en el interior de Chiara, a la que los ojos se le tornaron aún más negros. Descendió lentamente por su abdomen sin dejar de besar su suave piel y se incorporó de rodillas en el sofá. Agarró el borde del pantalón de la pelirroja y la miró fijamente con la mirada incendiada, consumida por el deseo que sentía.

- May I? - preguntó mordiéndose el labio y con la respiración ajetreada.

- Ah, no - dijo Violeta sacando una fuerza que no creía tener, pues deseaba enormemente que lo hiciera -. Me niego a desnudarme completamente y que tú sigas vestida como si nada. No es justo. Ayer ya me viste desnuda y yo ni una vez. Ni una - puso cara de indignada.

- Ah, bueno. Eso tiene fácil solución - Chiara agarró el cuello de su sudadera y de un solo movimiento se deshizo de esta y la camiseta que llevaba debajo -. ¿Mejor así? - dijo mirando como Violeta se perdía entre sus pechos.

- Ajá...

- Pero mírame a la cara, ¿no? - rio descaradamente.

- Eh... Esto... Yo... - balbuceó la pelirroja -. Sí, claro - consiguió decir subiendo la mirada hasta toparse con los ojos de la pelinegra.

- Es broma, idiota - se acercó a su boca para besarla salvajemente. Sus cuerpos desnudos se encontraron y sus pechos con ellos. Ambas podían sentir los pezones erizados de la otra sobre su piel y ambas sintieron una ola de calor subirle hasta las mejillas. Chiara deslizó su cuerpo pasando sus pequeños y túrgidos pechos sobre el torso de Violeta hasta volver a encontrarse con la goma de su pantalón.

- ¿Y ahora? ¿Puedo? ¿O me voy a tener que quitar el pantalón también para que me dejes? - preguntó con la respiración entrecortada.

- Mm... Deja que me lo piense...

- Oh, ¡vamos, Violeta! Mira que eres mala, eh... - empezó a besar el borde del pantalón de la pelirroja lentamente mientras con su mano izquierda ejercía presión en su entrepierna por encima de la tela. Violeta soltó un par de gemidos ahogados - ¿Qué pasa, Vio? ¿A caso quieres más? - dijo con la voz tomada.

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora