Capítulo 34. Nos vamos de viaje

1.4K 55 4
                                    

Las dos jóvenes estaban en la habitación de la pelinegra haciendo sus tareas. Violeta observaba cómo Chiara jugaba con su pelo mientras escribía cosas en un pequeño cuaderno de partituras. La forma en la que sacaba su lengüecita cuando estaba concentrada le resultaba extremadamente enternecedor y, a menudo, se sorprendía mirándola embobada. Ella estaba avanzando en su Trabajo de Fin de Grado, el cual parecía no tener fin, pero se le estaba empezando a hacer bola. Ya llevaban un par de horas trabajando y, bueno, su cabeza comenzaba a molestarle. Recostó su frente en su mano y se quedó mirando fijamente a la pelinegra, que estaba sumamente concentrada haciendo bolas negras con palitos sobre las líneas.

- ¿Vivi? - la pequeña alzó la mirada cuando notó a la pelirroja observándola con detenimiento.

- Estás tan mona cuando estás concentrada... - suspiró -. ¿Sabes que sacas la lengüecita así? - imitó el gesto que hacía la pelinegra y después rio flojito.

- ¿Qué dices? ¿En serio? - se sonrojó -. ¡Qué vergüenza!

- Ajá - asintió la joven -. Es adorable...

- Tú sí que eres adorable, Vivi - la pequeña se abalanzó sobre ella y juntó sus labios con los de esta.

El beso era pausado, sin lengua, simplemente disfrutaban del tacto de sus suaves labios, notaban el latir de sus corazones y los nervios propios de quien está enamorado. La pelirroja entreabrió sus labios al notar la lengua de la pelinegra rozar el suyo, dándole permiso para explorar su boca y así las lenguas de ambas se abrazaron. La mano de Chiara se posó sobre el muslo de Violeta y esta dejó escapar un pequeño gemido que Chiara tomó como una súplica. Se levantó de la silla, alejando su boca de la pelirroja, y la invitó a levantarse también. Cuando lo hizo, la agarró de las caderas y la empujó contra el escritorio. Sonrió fogosamente y la volvió a besar. Violeta agarró su cabeza para profundizar el beso y volvió a gemir cuando notó las suaves y cálidas manos de Chiara colarse por su camiseta. Le acarició las costillas suave y lentamente y volvió a descender las manos hasta su cintura. La pelirroja se sorprendió cuando esta la agarró fuerte y la subió al escritorio. La pequeña tenía mucha más fuerza de la que podía parecer a simple vista. Se siguieron besando de forma acelerada y un tanto agresiva, como si el tiempo jugase en su contra. Se acariciaban, se mordían, se arañaban la piel para arrancarse todos los miedos. Chiara coló lentamente su mano por debajo de la falda de la pelirroja y esta gimió más fuerte cuando notó los dedos de la menorquina acariciar su centro. La segunda sonrió al notar su humedad. Era algo que acababa con ella. Como combustible para el fuego que crecía en su interior. Violeta rodeó sus caderas con sus piernas y la atrajo hacia ella.

- Joder, Vio - jadeó -. No eres consciente de lo que provocas en mí, ¿verdad? - sus ojos eran negros, negros como la noche, aunque tenían el brillo propio de las estrellas.

Se separó un momento, agarró con ambas manos el tanga de la pelirroja y de un movimiento brusco se lo bajó, dejándolo a la altura de las rodillas.

- Espera, Kiki - dijo la andaluza. La apartó con una mano y la pelinegra frunció el ceño confundida -. No me mires así, cariño. Solo quiero acabar de quitármelo para abrazarte mejor... - la pelirroja acabó de quitarse el tanga bajo la mirada atenta y ardiente de Chiara y, cuando hubo acabado, tiró de ella para volver a juntar sus cuerpos.

La pelinegra no tardó mucho en volver a colar su mano dominante por debajo de la ropa de la pelirroja y se adentró a explorar aquel lugar sagrado. Violeta gimió al notar la envestida y se mordió el labio, tirando hacia atrás su cabeza. Chiara no desaprovechó la oportunidad y, de seguida, se colocó en su cuello. Lo besó, lo chupó y aspiró fuerte sintiendo los gemidos de Violeta cerca de su oído. Sus dedos seguían moviéndose con rapidez y los de la pelirroja se clavaban en su espalda casi con la misma intensidad.

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora