Capítulo 33. Estas cosas hay que hablarlas

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Chiara enrojeció a tal punto que podría camuflarse con la sudadera de la pelirroja. Se tapó la cara con las manos muerta de vergüenza mientras Violeta iba sacando uno a uno todos sus juguetes e inspeccionándolos mientras reía descaradamente y bromeaba sobre la pelinegra utilizándolos.

- ¡Basta, Vio! - le pidió avergonzada. No es que se avergonzase de tenerlos o de haberlos usado anteriormente, sino de que Violeta los hubiese descubierto así. La pelirroja hizo caso omiso y siguió divirtiéndose a su costa.

- Ah, bueno. Un pintalabios... Se te debe haber colado - dijo abriendo la tapa del labial.

- ¡Vio, para! - le advirtió la pelinegra cuando esta empezó a aproximarlo a sus labios con la intención de probarlo -. ¡Eso no es un pintalabios, Violeta! ¡Para!

- ¡Aaaah! - gritó alarmada tirándolo al suelo con cara de asco. La pelinegra rio al ver su reacción -. ¡Joder, Kiki! ¡Casi me lo pongo en la boca, tía! ¡Qué asco!

- Eso te pasa por tocar las cosas de los demás - le reprochó. Violeta la miró amenazante y esta vez Chiara rio divertida.

- A saber dónde coño ha estado eso... - dijo asqueada al recordar que casi roza sus labios. La pelinegra rompió a reír.

- Nunca mejor dicho, Vio... Nunca mejor dicho - rio más fuerte y la pelirroja la asesinó con la mirada -. Oye, que están limpios, eh... Que no soy una guarra tampoco - dijo acercándose a donde estaba la otra joven.

- No sé yo, eh... - bromeó mirando todos aquellos juguetes. La pelinegra se agachó para quedar a su altura y recogió el labial del suelo. Presionó un pequeño botón que tenía en el extremo inferior y el objeto comenzó a vibrar. La pelirroja se asustó al notar la vibración en su mano.

- ¿Ves? No funciona de pintalabios - susurró la pequeña pasando la punta por su piel. Violeta observó que no dejaba rastro y Chiara sonrió divertida -. ¿Tú no tienes ninguno de estos? - dijo señalando el cajón con la cabeza.

- ¿Yo? - dijo tímida -. No... Si no sé ni para qué sirve la mitad de las cosas que hay aquí... - agachó la cabeza avergonzada. La pelinegra tomó su barbilla y elevó su cara para que la mirase.

- Tampoco tienes nada de qué avergonzarte, Vio - dijo con un tono de voz extremadamente dulce -. Pero no vuelvas a reírte de mí - la amenazó.

- Perdón, perdón - se disculpó sincera.

- ¿Quieres que te explique? - preguntó cogiendo un objeto fucsia con una forma casi romboidal.

- Eh... Yo... - balbuceó la pelirroja. De algún modo, la experteza de su compañera la fascinaba y aterraba a partes iguales. Ella tan solo había estado con Julia y Chiara parecía haber tenido tantas relaciones con tantas chicas distintas... Tanta experiencia... Que a veces creía no poder llegar a estar a su altura y eso la aterraba. Ese ápice de miedo y vergüenza se vio claramente reflejado en su rostro.

- Vamos, Vio. Es normal... solo has estado con una persona sexualmente hablando. Te queda mucho por descubrir...

- Dos - la corrigió ella.

- ¿Dos? - preguntó confusa -. Me dijiste una...

- Una... Y tú - añadió sonriendo tímidamente.

- ¡Pero serás tonta! - ambas rieron. Violeta dudó si aceptar su invitación. Quería. Y tanto que quería. Quería conocer en detalle para qué servían y dónde había que colocar cada uno de esos objetos de colores que guardaba en el cajón la pelinegra, pero... la vergüenza y el miedo. Otra vez -. Está bien no haber experimentado ciertas cosas, ¿sabes? Mírame a mí, tengo un cajón lleno de juguetes, pero hasta hace nada nadie me había tocado... También me quedan muchas cosas por descubrir... y, ¿sabes qué? Me encantaría hacerlo a tu lado - las palabras de la joven la tranquilizaron. A fin de cuentas, tampoco era para tanto, ¿no?

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora