Capítulo 19. El sofá

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NOTA DE LA AUTORA: lo prometido es deuda... Si le dais el mismo amor, os subo el siguiente: Capítulo 20. Ambrosía.

Digo pocas cosas, pero creo que se me entiende 😉.



Los rayos de sol directos en sus ojos claros despertaron a Chiara. Puso una mueca de disgusto. La cabeza le iba a estallar y esa no había sido, ni con mucho, la mejor manera de despertar. Abrió los ojos poco a poco y, por un momento, no supo dónde estaba. Miró a su derecha y vio a Violeta, que la abrazaba con fuerza con la cabeza apoyada en su pecho. «Dios, Violeta...» pensó recordando la noche anterior. Suspiró. Definitivamente la noche no había acabado como le habría gustado, pero al menos se había despertado junto a ella. «Algo es algo» pensó, «además, ahora ya no hay excusa para no hablar. Nos hemos comido la boca delante de todos». Con mucho cuidado de no despertarla, sujetó su cabeza mientras se apartaba y la colocó encima del cojín. Violeta se quejó, pero enseguida se acomodó de nuevo y siguió durmiendo.

- Duerme la mona tranquila, Vivi - le dijo flojito dándole un beso tierno en la mejilla.

Pasó por el baño, se lavó la cara y se dirigió a su habitación. En la otra cama Ruslana seguía durmiendo. La planta estaba en completo silencio. Se sentó en la silla del escritorio y buscó su teléfono. Se quedó un rato mirando las stories que sus amigos habían subido de la noche anterior y no pudo evitar sonreír al recordarlo. Se lo habían pasado tan bien en el concierto. Los sutiles y no tan sutiles ronquidos cesaron de golpe y Ruslana bostezó.

- Bon dia, Rusli - la saludó Chiara.

- Bueeenooo, contigo quería yo hablar. Desembucha, amiga - la pelinegra se sonrojó y esbozó una sonrisa tímida.

- No hay mucho que contar en realidad... No pasó mucho más que cuatro besos - empezó a explicar -. Vio empezó a sentirse fatal y acabó vomitando.

- Pues yo no pienso que beses tan mal como para hacer vomitar a alguien - bromeó la pelirroja. Chiara rio.

- Estúpida. No fue eso, bebió mucho... Pobre... Debe tener una resaca... - dijo preocupada.

- Pues a ver si se acuerda de algo - esa posibilidad no había pasado por su cabeza, pero ahora que Ruslana lo mencionaba... «Mierda» pensó. «¿Y si no se acuerda qué hago?» -. Kiki, que es broma - dijo la pelirroja viendo la cara pálida de su amiga -. Seguro que sí. Esos labios no se olvidan tan fácilmente - bromeó haciéndole morritos.

- Eso espero - dijo preocupada -. Con lo que nos ha costado dar el paso...

- Claro que sí, amorch - Ruslana la abrazó y Chiara se aferró fuerte a ella -. ¿Vamos a desayunar?

- Vamos - sonrió la pelinegra.



En la habitación de al lado Violeta empezaba a abrir los ojos. El dolor de cabeza era insoportable. La luz en sus pupilas se sentía como cuchillos y, con cada pequeño ruido que hacía Bea, parecía que le iba a estallar el cerebro.

- Hostia puta - dijo entre muecas llevándose la mano a la cabeza -. ¿Quién coño me mandaría beber tanto?

- Buenos días, bella durmiente - rio Bea.

- Hola, Bea - dijo entre quejidos.

- Menudo resaca llevas, guapa.

- Dios, no me acuerdo de nada. No sé ni cómo llegué aquí - dijo mirándose. Llevaba puesto el pijama, estaba limpia, muy limpia para haber estado de fiesta. Se olió el pelo, olía a ese acondicionador de papaya que tanto le gustaba. Intentó hacer memoria, pero lo último que recordaba era estar pidiendo un cubata en la barra de la discoteca.

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora