Capítulo 30. Lady Marmalade

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- Menudo día - suspiró Chiara dejando el cepillo de dientes en el vaso que había en la pica.

- Ni que lo digas - dijo Violeta desde atrás. Se acercó al lavamanos y comenzó a cepillarse los dientes.

- Esto... Vio... - empezó a hablar la pelinegra.

- Dime - dijo mientras seguía lavándose los dientes.

- Martin me ha pedido que si hoy podía dormir con él, que no quería dormir solo después de... bueno, después de todo lo de hoy - le explicó apoyada en una de las puertas del lavabo.

- Bueno, Kiki. No pasa nada. No tenemos que dormir juntas todos los días - dijo la pelirroja una vez hubo escupido la pasta de dientes.

- Ya... Sí, sí. Si lo sé... Yo lo decía por lo de que me ibas a compensar por no haberme regalado nada por mi cumple - dijo nerviosa mientras jugaba con sus manos. Sonrió tímidamente mirando el reflejo de la pelirroja en el espejo. Violeta escupió el enjuague bucal y en su rostro se dibujó una sonrisa pícara. Se acercó a la joven lentamente y apoyó una mano en la puerta con el brazo estirado por encima del hombro de la pelinegra. Chiara tragó saliva y sonrió.

- Una cosa no quita la otra, Kiki - Violeta aproximó lentamente sus labios a los de la menorquina y esbozó una gran sonrisa cuando estuvo a un centímetro de su boca. Chiara le devolvió el gesto y miró con deseo sus carnosos labios justo antes de que la pelirroja acortase la distancia y las dos se fundieran en un beso pasional.

La pelinegra colocó sus manos en la cadera de la joven y acercó sus cuerpos hasta que la distancia entre ellas fue nula. Las dos se besaban dulce, pero fogosamente, con la respiración entrecortada. Violeta jugaba con la melena de la pelinegra mientras evitaba que su cabeza pudiera separarse y Chiara acariciaba suavemente el culo de la pelirroja.

- Siéntate - le ordenó Violeta señalando la tapa del inodoro. Chiara miró hacia allí y esbozó una sonrisa pilla. Obedeció y se sentó en el lugar indicado.

La granadina puso el pestillo de una de las dos puertas y se acercó a la otra para hacer lo mismo. Una vez estuvieron a salvo, procedió a desnudarse bajo la atenta mirada de la pelinegra. Bajó lentamente la cremallera de la chaqueta naranja que llevaba mientras movía sensualmente su cuerpo. Se dio la vuelta y, girando la cabeza para mirar provocativamente a la pelinegra, dejó caer la prenda por uno de sus hombros, dejando al descubierto su piel y la fina camiseta blanca de tirantes que llevaba debajo. Chiara rio ante el gesto.

- ¿Esto no deberías hacerlo con algo de música? - preguntó divertida. Violeta se encogió de hombros.

- Es que no tengo el móvil aquí...

- Bueno, si ese es el problema... - dijo sacando el suyo del bolsillo de su pantalón y agitándolo levemente en la cara de la pelirroja. Sonrió provocativamente y se relamió el labio inferior - ¿Puedo?

- Adelante - le devolvió la sonrisa de la misma forma. Chiara desbloqueó su teléfono y abrió Spotify.

- Vale, déjame pensar un momento - le pidió mientras revisaba varias canciones -. La tengo - dijo dándole al play -. Espero que te guste «Moulin Rouge» - sonrió tímidamente cuando los primeras notas de «Lady Marmalade» empezaron a sonar.

- ¿Estás de coña? ¡Me encanta «Moulin Rouge»! - dijo emocionada.

Se recolocó la ropa, subiéndose de nuevo la cremallera, y empezó a chasquear los dedos al ritmo de la canción mientras movía las caderas de un lado al otro siguiendo la melodía.

- Hey sista', go sista', soul sista', flow sista' - se atrevió a cantar. Chiara la miraba con una gran sonrisa en el rostro. Aquello era sin duda algo que no esperaba presenciar ese día, pero no iba a quejarse. La pelirroja bailaba sensualmente mientras jugaba con su ropa y cantaba la letra de aquella canción que tantas veces había escuchado y bailado en su habitación -. He met Marmalade down in old Mouling Rouge. Struttin' her stuff on the street. She said, "Hello, hey Kiki! You wanna give it a go?" - guiñó un ojo a la pelinegra al pronunciar la última frase, que había modificado levemente para ella, y Chiara rio divertida. Asintió con la cabeza sin dejar de sonreír y siguió mirando como Violeta cantaba y bailaba sin vergüenza para ella.

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora