Capítulo 6. Pilladas

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TELÉFONO DE CHIARA
(Plantados 🪴 - 10:46 h)

Bea: JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Bea: violeta pilló a estas liándose en el sofá anoche 😂😂

Álvaro: nooo!!! y qué ha dicho??

Bea: me ha preguntado si son pareja

Chiara: y qué le has dicho?

Bea: mira quién se ha despertado...

Chiara: 😬

Chiara: qué le has dicho?

Bea: que no, obvio

Bea: i got u, babes 😏😉

Chiara: uff... vale

Alex: Cómo que uff... vale??

Ruslana: a la kiki le mola la nueva 😙

Chiara: no es verdad

Alex: Yo pensaba que le molaba a Ruslana

Alex: Ayer casi se la come bailando

Ruslana: ni confirmo ni desmiento 🙄🙄

Chiara: pues que se quite que yo la vi primero

Bea: pero si la conocisteis a la vez

Ruslana: no

Ruslana: la kiki la conoció el verano pasado en el llit

Chiara: rus, tía

Chiara: me juraste que no dirías nada

Ruslana: ups

Ruslana: sorry

Álvaro: cómo??

Álvaro: explica eso

Chiara: no es nada

Chiara: la vi en uno de mis conciertos

Chiara: nos miramos y ya

Alex: Ah, bueno. Y ya... claro

Alex: Como que no eres la lesbiana más intensa que conozco

Chiara: shut up

Bea: qué fuerte me parece que yo no supiese esto

Bea: shame on you 🫵🏼

Chiara: noooooo

Chiara: bea, i'm so sorry

Chiara: forgive me, please 🙏🏼😭

Chiara: lo comenté con rus en la habitación de pasada

Chiara: no le he dado más importancia

Chiara: igualmente parece que ella no se acuerda

Ruslana: sí, claro

Ruslana: como que una voz como la tuya se olvida tan fácil

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Chiara y Ruslana ya habían abierto los ojos, pero aún no se atrevían a salir de la habitación. La joven pelinegra estaba estirada bocarriba, mirando fijamente el techo. No podía dejar de pensar en Violeta. «Fuck, fuck, fuck» se repetía mentalmente. Des de aquel verano, Chiara no había dejado de recordar el rostro de la joven. Ella, que jamás se había enamorado, no lograba olvidar a esa pelirroja desconocida. Había imaginado, noche tras noche, que se encontraban de nuevo y se volvían a mirar de aquella forma. Le había puesto mil nombres en su cabeza: Lluna, Carla, Alba, Anna, Laura, Iris, Marina... Jamás pensó que pudiese llamarse Violeta, pero ahora que conocía su nombre, no podía parar de repetirlo en sus pensamientos. Cómo se sentía cuando estaba cerca era algo indescriptible.

Ruslana, en el otro lado de la habitación, miraba el móvil bocabajo. Ella y Chiara se conocían desde hacía dos años y, desde entonces, se habían vuelto inseparables. Hacían todo juntas, iban a clase juntas, salían con los amigos juntas, planeaban viajes juntas, compartían habitación... Entre ellas no había ningún secreto (o, al menos, eso creía Chiara). Ruslana era una chica muy extrovertida, fácilmente hacía amigos allá donde fuera y tenía una personalidad arrolladora, única, inigualable. Había tenido algún que otro lío amoroso, el último con un tal Omar, pero nunca iban a más. «A mí me gusta ser libre, no tener que dar explicaciones a nadie; hacer y deshacer como me plazca» decía siempre. La realidad es que ya había quién le tenía el corazón robado, pero ella era incapaz de admitirlo.

- Kiki, ¿estás despierta? – preguntó Ruslana desde su cama.

- Sí, Rus. Estoy despierta. ¿Qué pasa?

- ¿Te enfadaste? – le preguntó con la voz rota.

- ¡Noooo! Claro que no, Rus. Jamás me enfadaría contigo. Eres mi mejor amiga – le respondió Chiara corriendo a abrazarla.

- Uff... menos mal – suspiró aliviada la pelirroja –. Pensé que te habrías enfadado por lo de anoche.

- No tengo razones, Rus – le confesó Chiara mientras la abrazaba –. Primero, fui yo quien te besó y segundo que no conozco de nada a Violeta. No sé por qué me puse así, la verdad. Me hace sentir... no sé. Me hace sentir cosas que nunca había sentido. Lo siento, no debí echarte en cara nada.

- No es tu culpa tampoco, Kiki – la perdonó Ruslana –. Ayer bebimos mucho, pero no pasa nada. Y... no sé... si realmente te gusta Violeta, habla más con ella a ver qué tal.

- Uhm, ya – dijo pensativa –. Es que de verdad no sé qué me pasa. Es como que, no sé, siento como si la conociera de antes, como si nuestras almas se conocieran de otra vida, ¿sabes? Es como que veo a través de su mirada y siento un cosquilleo en el cuerpo cuando me mira. No sé si lo has sentido alguna vez...

- Uff... Kiki, qué cursi te has puesto de repente – dijo riendo –. Tú no te rayes. Sé tú misma. A mí me encantas así.

- Ya, Rus, pero tú y yo solo somos amigas – le respondió rodando los ojos.

- Ya me entiendesssss – replicó la pelirroja. «Amigas...» pensó –. Bueno, ¿vamos a desayunar algo o qué?

- Sí, claro. Me muero de hambre.

Las dos amigas salieron de la habitación y caminaron por el pasillo hasta llegar a la cocina. Allí, Bea y Violeta conversaban mientras disfrutaban de una taza caliente de café.

- Buenas, buenas – las saludó Bea.

- Bon dia – respondió Chiara mientras se estiraba en un largo bostezo –. Uy, perdón.

- ¿Mucho sueño? – le sonrió Violeta.

- Un poquito – contestó la pelinegra.

- Buenos días, amigas – dijo enérgicamente Ruslana –. ¿Cuál es el plan de hoy?

- Pues justo Violeta y yo estábamos hablando de hacer algo las cuatro. Podríamos enseñarle un poco la ciudad – explicó Bea.

- Podemos ir al Parc de la Ciutadella – propuso Chiara –. Pero... - dijo mirando el reloj de la cocina – ya casi que mejor después de comer, ¿no?

- ¡Dios mío, es tardísimo! Yo quería ir a comprar algo, que no tengo nada para comer – exclamó Violeta al ver la hora.

- La Kiki dijo ayer que quería comprar yogures de lima-limón, que se le habían terminado. Si quieres te puede acompañar y te enseña nuestro súper de confianza – sugirió Ruslana.

- ¿Yo? – se sorprendió Chiara.

- Sí, amiga. ¿No te acuerdas? Ayer te comiste el último – le aventó un discreto codazo.

- ¡Ay, cierto! Deja que me cambie y vamos.

- Perfecto. Gracias, Chiara.

- Llámame Kiki – dijo sonriendo. 

ENTRE ACORDES Y RECUERDOS | KIVI AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora