15. Los cielos.

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Los pozos no habían cambiado incluso después de su ascenso.

Miraba las calles vacías y los estragos del tiempo desde su auto. Estaba cansada de ver la vida vacía entre su gente y como no podía hacer lo suficiente para calmar las fechorías de los demás.

Incluso si se negaba a aceptarlo, había encontrado a la persona correcta para aumentar sus riquezas. Solo debía encontrar la manera en que aceptará su ayuda y así beneficiarse entre ambos.

Estaba agotada, la propuesta que había sido lanzada sobre la mesa seguía descansando sobre ella sin tener la intención de irse. Ninguna familia era tan estúpida para tomar un trabajo así.

Meterse con alguien de Los cielos terminara en el fracaso, aún peor si se trataba de los altos mandos de ese lado.

Siendo ciudades diferentes, la forma de su gobierno era la misma. La única cabeza al mando que existía solo lucía de adorno, las personas y familias que estaban detrás de ellos eran los verdaderos gobernantes.

Cómo en su caso y en la familia que estaba pensando.

Eran de los más poderosos, la alianza que llevaban desde varias generaciones atrás se hacia más fuerte con el tiempo. El quiebre de esta podía mover los hilos de manera peligrosa, no solo ella estaría en peligro, su gente también. Incluso con la paz falsa que mantenían entre los lados, si algo así ocurría todo caería en pedazos.

Al inicio, aquella solo podía seguir prevaleciendo gracias a un matrimonio arreglado, pero esa opción se había esfumado con el compromiso del mayor y el menor perteneciendo a su misma casta.

El segundo hijo ni siquiera estaba contemplado entre los planes.

Su única opción era ofrecer un buen negocio.

Sin pensarlo demasiado, había tomado el sobre que descansaba frente al resto, ganando suspiros de sorpresa y miradas juzgonas ante su acción despreocupada.

Comenzaba a tener un plan, perder todo por lo que había luchado y ver cómo su organización caía a pedazos no era una opción. Ser los segundos en un lugar donde la muerte valía más que la vida era peligroso, le pondrían precio a su cabeza en nombre de la venganza y rodaría sin un poco de pudor frente a los traidores y enemigos.

Estaba casi segura que los Itadori estarían en las mismas circunstancias.

Aún más después del pequeño, gran, desliz que protagonizó el menor de estos a la edad de quince años. No serían tan severos con ellos, pero sin duda buscarían un error para hundirlos.

Y una oportunidad para llevarse al omega.

Le molestaba la manera en que se referían a él, como si lo ocurrido se tratase de su culpa cuando él solo había sobrevivido ante el peligro. Quizá era porque pertenecían a la misma casta o solo estaba internada en su vida desde aquel día.

Suspiro, no obtenía la información que quería sobre la cercanía de Gojo y Yuuji. Geto se negaba rotundamente a contarle el más mínimo detalle y la gente que había mandado a conseguir su información no lograba nada.

Al menos, el trabajo de sus hermanos en mantenerlo oculto funcionaba muy bien.

Tenía un plan en caso de no averiguarlo en un par de días, esperaba que los involucrados cayeran en sus mentiras y fingieran saber de lo que hablaba.

En caso de no funcionar estaban perdidos, aún sabiendo que Choso no sería estúpido en romper todo de manera rápida, sino explicaban los motivos de continuar con ello empezarían las especulaciones y los espías aumentarían de la noche a la mañana.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora