13. Celo.

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Su cuerpo se sentía pesado con cada segundo que pasaba.

Estaba sentado sobre el sofá con el rostro demacrado y unas ojeras ligeramente moradas.

Había llegado a su hogar totalmente empapado, Suguro casi lo empujó al baño para que tomara una ducha y lo cuestionó por la única sombrilla que tenían.

No podía pensar en nada, su mente estaba divagando entre los cabellos rosados y el par de soles que solían mirarlo con curiosidad.

En esos brazos temblorosos y los labios inocentes que quería morder.

La televisión estaba encendida en un canal aleatorio, no estaba poniendo atención a lo que sus ojos fingían ver, sentía que se quedaría dormido en algún momento y soñaría con aquel Omega que estaba cambiando su rutina.

No era un reproche, su alfa estaba feliz cada vez que se encontraban, incluso él había estado apurado en cada misión para poder llegar a casa y arreglarse para ir a su encuentro.

Son importar si estos solo duraban cinco minutos, el verlo con esa sonrisa y como era recibido con calidez eran suficientes para él.

Porque así era como se sentía todo últimamente.

El frío que solía acompañarlo a cada lugar se estaba esfumando para ser remplazado por un aire de primavera.

Sintió el sudor recorrer su sien y se vio obligado a quitarse el suéter aunque el aire fresco le rogaba no hacerlo.

La calentura que sentía estaba colmando su paciencia, no lo había dejado dormir por su cambio repentino de temperatura.

Los escalofríos que sentía no se iban incluso cuando fue a quitarle una cobija a Suguro. Preocupado por su pertenencia, fue a revisar que tan mal se encontraba.

Le había aconsejado no cubrirse demasiado o está subiría, no le hizo caso y ahora estaba conociendo las consecuencias de sus actos.

Cerró los ojos por un momento, estaba realmente cansado. Frunció el entrecejo, lo primero que observó fue una persona, pero estaba estaba borrosa.

Su sueño fue interrumpido por la puerta cerrándose, se quejo en alto al verlo girar sobre sus talones.

-Lo siento, ¿Te desperté?

-No, idiota.

Le entrego una bolsita que contenía medicamentos y una botella de agua.
Se la arrebato de mala gana y empezó a buscar alguno que pudiera bajarle la fiebre.

-¿No vas a verte con Yuuji hoy?

-No, dijo que tenía un compromiso.

-Eso explica tu mal humor.

Ni siquiera pudo gruñir, se lamentó no haber aceptado la sombrilla cuando se negó a llevarla, pero prefería ser él quien estuviera apunto de enfermar.

Un dolor de cabeza se instaló cuando hizo el intento de ponerse de pie.

Todo le dio vueltas y tuvo que volver a sentarse en el sofá por el vértigo que se burlaba de su enfermedad.

Geto se acercó a pasos rápidos, necesitaba encontrar un medicamento que le ayudara a sentirse mejor.

Era un evento peculiar cuando Satoru enfermaba, pero cuando solía hacerlo se ponía muy grave, una simple gripe podría durarle cerca de un mes. Todo se debía a qué los medicamentos que solía comprar eran de tercera, apenas lo suficientemente fuertes para curar a un alfa común.

Pero no con Gojo, él necesitaba dosis más fuertes.

Lo mismo ocurría con sus ciclos de calor.

Un alfa dominante tenía su celo por tres días, pero los inhibidores que consumía apenas lo hacían calmarse en cinco. Los dolores eran más duros y, aunque juraba que eso no le molestaba, estaba comenzando a afectarle.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora