1. Estafa.

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Seguía revisando los anuncios contrarios en busca de tener alguna idea sobre el suyo.

Estaba decidido, iba a poner como recompensa una gran cantidad de dinero, pero no sabía como redactar su petición sin sonar desesperado o falso.

Nobara se encontraba con él, seguía diciéndole que era una mala idea arriesgarse por un capricho como ese.

Yuuji Itadori, el hijo menor de una familia adinerada, había resultado ser un Omega. Cuando la sociedad se entero empezaron a circular múltiples rumores sobre él, un pequeño de doce años que había presentado como la segunda casta del mundo.

Nadie lo tomo con seriedad y respeto después de ello.

Sus hermanos y padres hacían lo posible para protegerlo, después de todo, había nacido en cuna de oro y con suerte, todos eran alfas.

Con solo veinticuatro años, tenía una vida llena de lujos, pero eso no era suficiente.

Choso, su hermano mayor, se estaba preparando para ser la cabeza de la empresa, casado en un matrimonio arreglado con una omega rubia y de su mismo estatus social, había llegado a tenerle cariño y ya formaban una familia.

Dos pequeños lo seguían cada vez que iba de visita.

Sukuna había tenido un poco más de suerte, sin ninguna obligación con la empresa, después de sus múltiples ruegos a un omega peligro este había aceptado su cortejo. Ahora se preparaba para pedirle matrimonio, mientras se convertía en la mano derecha de su hermano.

Al final estaba él, no se le exigía o pedía nada, tampoco estaba destinado a casarse con algún empresario importante.

Pasaba sus días en casa, trabajando desde su laptop bajo un nombre falso, veía como sus conocidos empezaban a formar su propia familia, mientras él se había quedado estancado.

Había leído en un blog como otros omegas habían acudido a un especialista para tener su propio cachorro, pero él no quería arriesgarse al procedimiento, sobre todo al ser uno masculino, la tasa de efectividad era menor y podría correr el riesgo de quedar infértil.

Por esa razón estaban ahí, buscando la manera de crear un anuncio llamativo y lo suficientemente serio para obtener resultados.

La aplicación era bastante sencilla, habían acudido a los suburbios más bajos para poder conseguirla, muy pocos tenían acceso a ella por las extrañas propuestas que se hallaban ahí. Aunque tampoco era secreto que los altos mandos también acudían a ella por sus sucias peticiones.

–No lo sé Yuuji, siento que esto es una mala idea.

–Voy a tener cuidado, tampoco voy a aceptar a cualquiera.

–Claro que no, pero piénsalo un poco.

Itadori se quedó en silencio durante unos segundos, la pantalla estaba en blanco y el botón “publicar” se veía translúcido ante la falta de texto.

–Voy a hacerlo, ningún alfa acepta salir conmigo sino le ofrezco dinero. Sukuna ya me regaño por ello y Choso casi se mete en problemas por amenazar a sus socios –suspiro, las ideas se le estaban acabando–. No puedo seguir siendo una molestia.

La castaña le dio un golpe en la cabeza, lo suficiente sonoro para hacerlo quejarse.

–Deja de decir que eres una molestia. Todos nos preocupamos por ti y te aseguro que ellos no saben de esto, ¿Cierto?

Nego ante su pregunta de manera rápida, podía ver su miedo en el rostro y como sus feromonas empezaban a hacer presencia.

Lo observó hacer un puchero mientras sobaba su cabeza. Seguía mirando el portátil como si este fuera a darle la respuesta que esperaba.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora