7. Familia

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Cuando Sukuna llamo a Yuuji y le dijo que tenía el favor perfecto que le debía, no se imaginaba estar ahí.

La casa de su hermano mayor era espaciosa, cada habitación era grande y contaban con una biblioteca, un par de cuartos para invitados y un jardín donde la Omega podría practicar jardinería, y no era para menos, con dos cachorros que debían cuidar el espacio debía ser enorme.

Se encontraban en la sala, bebían un par de limonadas y los pequeños corrían alrededor de ellos en un intento de llamar su atención. El menor de los Itadori ya había gastado su propia energía en jugar con ellos, pero parecían demasiado contentos con su visita para dejarlo ir tan rápido.

Yuki era una Omega común, al igual que él, pero su carácter la había hecho merecedora de muchos títulos. Los alfas no se le acercaban por la manera tan vivaz con la que los recibía y en ocasiones el resto de la gente solía cansarse al notar que ella no tenía la intención de calmar esa actitud brillante.

Hija única de uno de los socios de sus padres, cuando supo de su compromiso con el heredero de los Itadori apostó a qué no durarían casados más de un par de meses.

Estaba demasiado convencida que su compromiso se rompería en cuanto ambos convivieran, siempre encontraba la manera en que su personalidad viera una pared en la vida de los demás.

Así que, definitivamente no esperaba que el compromiso siguiera y el hombre pelinegro entraría en la lista de sus demás pretendientes falsos.

La familia que lo recibía y la marca en su cuello decían lo contrario.

Una muchacha que se comía al mundo de un solo bocado estaba casada con un hombre que no tenía miedo de verla brillar.

Eran todo lo que podían pedir.

Yuuji y Yuki  habían sido del agrado del otro desde el primer momento en que se conocieron, siendo él quién pasaba la mayor parte del tiempo en su casa en cuanto se casó con Choso.

Con el tiempo, eso cambio un poco, pero la amistad de ambos crecía más.

–Voy a perdonar a Sukuna por haberte mandado a ti, pero dile que en cualquier momento debo convivir con el nuevo miembro de la familia.

–Supongo que lo harás en la boda.

–Que malo.

Su hermano no llegaría a casa hasta más tarde, así que tenían todo el día para ponerse al corriente de la vida del otro. Entre juegos con los pequeños y los chismes que la mujer tenía para contarle perdió totalmente la noción del tiempo.

Tenía plena confianza en ella, necesitaba un consejo en el caos que estaba pasando en su vida. Sabía que ella no iba a juzgarlo, seguramente hasta le ayudaría a encontrar un mejor candidato para su petición.

Incluso podría apostar que le ocultaria a su hermano la situación, o tal vez no, pero le diría lo sucedido de la mejor forma para no alertarlo.

Después de ese día no había confirmado alguna salida con Satoru. Le había puesto un pretexto para que no fuera a verlo a la oficina y en el resto del par de días inventaba quehaceres.

Sentía que con el otro alfa todo iba bien, no habían más intentos de dejarle su aroma, ni colmillos cuando se enojaba, ni mucho menos ceños fruncidos.

No había menta, ni un extraño sentimiento de paz.

No quería seguir huyendo, pero sentía miedo por la manera en que su omega se comportaba con el albino. Así que, sus dudas en cancelar todo con el aumentaban, podría quedarse con el otro candidato.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora