21. La marca.

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La beta se mantenía a una distancia considerable.

Había sido enviada a entregar un supresor en cuanto Gojo les comunico dónde estaban y en qué situación se encontraban. Nadie podía arriesgarse a entrar cuando lo escucharon, desalojando todo el piso al sentir las feromonas que salían bajo la puerta.

Incluso así, el trabajo estaba siendo dirigido por betas, los alfas habían querido entrar a la fuerza cuando el durazno pico levemente en su nariz, conteniendo sus impulsos cuando el incendio del bosque se aferró a sus pulmones en un intento de llevarlos al mismo infierno. Los demás omegas no estaban en diferente situación, el calor en sus cuerpos comenzó a crecer cuando la nube del celo llegó hasta ellos.

Los invitados fueron saliendo, no sin antes asegurarse de que no eran cómplices. No hacía mucha falta alguna amenaza hacia la gente que presenció los sucesos, el rumor corrió demasiado rápido como para querer seguir burlándose y criticando al menor de los hermanos.

Su alfa había aparecido, siendo tomado por él sin ningún problema y con un impedimento extra para aquellos que quisieran hacerle daño: pertenecía al otro lado. Algunos lograron reconocerlo, diciendo que era el mejor en su trabajo sucio y que preferían tomar su distancia a partir de ahora.

Incluso detrás de la gorra, los lentes y la vestimenta negra, su reputación era innegable.

Solo bastaron algunas palabras de más para empezar a provocar el miedo en ellos. Yuuji ya no podía seguir solo, teniendo a su lado a uno de los mejores asesinos de la organización principal de los pozos, tocarle un simple cabello ya se consideraba un pecado.

Una familia que estaba en la punta de la riqueza, dos hermanos que lo protegían y cuidaban con su vida.

Y un alfa dominante que se había presentado como su destinado, su estatus había cambiado aquella noche. Ya no era el chico que todos despreciaban y al que podían acudir para dañar a su gente.

Era un Omega intocable en toda la extensión de la palabra.

Aún así, definitivamente no esperaba encontrarlos en esa situación.

Enviada por el hermano de su jefe en una confianza dudosa, Mei Mei le había entregado un par de inyecciones para calmarlo un poco. El comentario mordaz que ella le lanzó le hizo enchinar la piel cuando escucho el gruñido de Choso a sus espaldas.

No era necesario decir que se oponía a la situación, pero si era cierto lo que había escuchado sobre su destinado, no tenía más opción que aceptarlo de mala gana. Incluso si él mismo había disfrutado los comentarios temerosos que lanzaban al escucharlo de su propia boca.

Le gustaba la idea de que le tuvieran miedo a su hermano.

-Ten cuidado y cierra los ojos, no quieres verlos en esa situación, pero eres lo único que tenemos.

Le había dicho ella con una calma mortal.

Entro haciendo suficiente ruido para no ganarse un gruñido o algo extraño. Escuchando la respiración rápida y algunos quejidos de los involucrados, tragó saliva para enfrentar el escenario que deseaba evitar.

-¿Hola? El joven Choso y la señorita Mei Mei me han enviado.

La puerta del último baño se abrió con lentitud, se acercó temerosa, ya podía imaginar que seria despedida en unos días por robarle la privacidad a su jefe y sino era así, ella renunciaría por la incomodidad que sentiría.

Definitivamente lo haría, ver a un omega siendo tomado no era algo que quisiera presenciar, aún menos si se trataba de su propio jefe.

Se recargo en la pared debido a la incomodidad, no era normal que su casta se viera afectada por las feromonas, pero esas se sentían demasiado fuertes y con cada paso que daba parecía que aumentaban de intensidad.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora