Extra III. Solo los dos.

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El sol comienza a ocultarse entre las nubes de la tarde. Su frente está perlada por el sudor del calor y alza la vista para encontrarse con Yuuji del otro lado del jardín.

El Omega se mantiene descolgando la ropa sobre el tendedero improvisado, parece demasiado contento por hacer esas cosas tan sencillas fuera del ajetreo de la ciudad.

Él se dedica a los cultivos y no puede evitar silbar en su dirección para llamar su atención.

Lo hace, mira como se voltea para encararlo, parece entre molesto y nervioso por el sonido repentino.

Quiere tomar una foto del momento, el viento despeina sus cabellos rosados y el mechón más oscuro parece más intenso ante la luz del sol que tiene a sus espaldas. El dorado de sus ojos brillan, sus mejillas abultadas están rojizas y las manos que se cruzan agarrando una sábana seca a la altura de su vientre se mueve con suavidad.

Ese atardecer a sus espaldas hacen que cada una de sus facciones resalten más, las nubes moradas lo acarician con temor a romperlo y ese cielo rojizo lo hace parecer un ángel que ha caído en busca de refugio.

Es tan malditamente perfecto.

Es, simplemente, una bendición para él verlo en cualquier momento.

–Te he dicho que no hagas eso.

–¿Por qué? ¿No te gusta?

–Me pones nervioso y tus intenciones por la forma en que lo haces son muy evidentes.

Le saca la lengua de forma infantil y vuelve a su tarea inicial. Ignorando el latido de su corazón y como su parte animal parece aún más nerviosa por lo sucedido segundos atrás.

El alfa no puede seguir, o no quiere hacerlo, siente una comezón en el cuello que lo hace sonreír. La nueva ronda de mordidas que ha recibido esa mañana parecen no desaparecer, su alfa se esfuerza por mantenerlas ahí y las presume con orgullo.

No le importa si lo miran con desagrado, tiene a un destinado que mira a los demás con mala cara y se dispone a hacer notar sus feromonas cuando alguna omega, o beta, se le acercan demasiado.

La gente que le tiene aprecio no lo juzga en realidad, se mantienen entretenidos al ver qué el dominante actúa como un gatito en busca de la atención de su pareja.

Ese actuar diferente a como es con el resto les hace entender que está al lado de la persona correcta.

Se pone de pie con cuidado, evitando que escuche sus pisadas y comienza a rodear el cuerpo ajeno, el pequeño salto que da cuando lo nota lo hace reír ronco, manchando su ropa con la tierra de sus cultivos.

–¡Hey! Ahora tengo que lavarlo.

–Puedo hacerlo yo más tarde.

Besa esa cabellera con olor a vainilla y se dispone a entrar con él a la casa, ayudándole con la canasta de la ropa seca.

Ha acudido a la reunión secreta con sus cuñados para ponerse de acuerdo en que hacer si el parto llega, con los betas como chóferes dispuestos a rondar el lugar en todo momento cuando regresen a los cielos. La esposa del mayor, Yuki, también se ha unido a la ayuda.

Con alguien con experiencia, está preparada para ir al hospital y ayudarle en las dudas que tenga respecto a su primer hijo. Megumi y Nobara también se han apuntado a llevarle lo necesario si no están en casa

Lo cierto es, que Yuuji se ha ganado el cariño de todos a su alrededor.

Mei Mei también está disponible en todo momento para llevarlo el mejor hospital de la ciudad, Shoko le has dicho que ella puede encargarse si se lo permiten.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora