17. Miedos.

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No quería irse de su casa.

Había sido el primero en despertar, lo encontró atrapado entre sus brazos y contra su pecho, estaba totalmente dormido y pudo aprovechar para admirarlo un poco más.

La camisa que le había puesto la noche anterior le quedaba grande, dejaba a ver su clavícula y esas manchas que había puesto sobre la piel. Le había ayudado a vestirse una vez que ambos se habían duchado y sin obtener peros de su parte se dejó poner la prenda.

Acarició su mejilla con cuidado para no despertarlo, la suave piel tembló ante su tacto frío y comenzó su camino sin detenerse. Paso el pulgar por sus pestañas y sonrió cuando, al pasar su dedo por la pequeña nariz, hizo una expresión de disgusto, los labios rojizos se abrieron levemente cuando llegó hasta ellos.

Estaba encantado con la vista que tenía.

Se levantó lentamente en un intento por no despertarlo, el camino silencioso lo siguió hasta la puerta para detenerse por el chirrido de esta y continúo después de comprobar que seguía durmiendo. Escucho el sonido de la cerradura al cerrarse, rascando su cabeza en un intento de querer despertar de aquel dulce sueño.

Sonrió mostrando los dientes, sabía que no se trataba de un sueño o alguna ilusión.

Estaba en casa de Yuuji, habían pasado la noche juntos y ahora se encontraba en busca de un vaso con agua en aquella enorme vivienda. Los recuerdos de la noche anterior lo atacaron, cubriendo su rostro con su mano en un intento de cubrir su sonrojo.

Camino por el pasillo hasta el inicio de la escalera, desde ahí pudo ver la sala y la entrada de la cocina, de nuevo, la comparación de sus vidas lo persiguió hasta su búsqueda del objeto que quería.

No le había contado aún sobre su empleo, era una de las cosas que más le preocupaba. Teniendo en cuenta la mala impresión que le causó a su hermano, las palabras que le había dicho Mei Mei durante una reunión aparecieron frente a él.

¿Y si encontraban a alguien mejor y lo obligaban a casarse?

El vaso que descansaba sobre su labios inferior trono un poco ante la fuerza que ejerció, dándose cuenta que no era de su propiedad y no podía simplemente romperlo, lo dejo sobre la mesita a medio llenar.

¡Ni siquiera le había contado sobre su propio descubrimiento!

Se lanzo sobre él como si se tratase de su presa, no lo dejo terminar su plática y se olvidó totalmente del porque había ido a su encuentro en primer lugar. Era como si el universo no le permitiera dar el siguiente paso, poniéndole enfrente lo que debía pasar gracias a su trato.

Suspiro, no iba a permitir que eso pasara. No cuando tenía a su destinado con él y parecía aceptarlo sin nada a cambio.

Se dirigió a pasos pesados hasta su habitación, volviendo a detenerse en cuanto recordó su comportamiento anterior. Paseándose como si estuviera en su hogar, tomando de la cocina lo que le plazca y regresando a la cama que compartía con Yuuji.

Su alfa se avergonzó por ello, estaba actuando sin pena en una casa desconocida, sentía que había cruzado la línea de confianza que se le fue brindada al sentirse el nuevo dueño de ese lugar.

Un nuevo sonrojo apareció, no podía ser desvergonzado y fingir que encajaba ahí.

Se acercó con una nueva lentitud a la puerta, no quería despertarlo y esperaba que no rechinara al ser abierta.

Se detuvo al verlo sentado sobre la cama, estaba de espaldas a él tapando su boca ante el bostezo repentino y tallando sus ojos con pereza.

Parecía triste después de sus acciones anteriores, giro su rostro como si buscará a la persona que hace un momento estaba a su lado, aún podía sentir el calor del cuerpo ajeno entre las sábanas.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora