4. Trabajo.

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Era domingo, después de no verse durante tres días seguidos lo habían dejado para el fin de semana.

Y estaba aburrido.

Yuuji estaba sentado del otro lado de la banca, comía un helado de vainilla y estaba más entretenido en ver el paisaje que en el alfa a su lado.

Satoru estaba del otro lado, recargando su cabeza sobre su puño y bostezando ante la falta de acción de su salida.

A diferencia de su alfa que parecía estar bien y para nada adormilado.

Ni siquiera podía irse, solo habían pasado diez minutos desde su llegada. No solo seria grosero, hacerlo acabaría con el contrato definitivamente y necesitaba sacarle mas dinero al chico.

–¿Pretendes que siempre que nos veamos sea así?–dijo con fastidio.

El Omega giro en su dirección sin una pizca de emoción o empatía, su semblante serio lo hacía enojar y su parte animal le reprochaba la manera en que lo trato durante su primer encuentro.

Si las cosas seguían así era inevitable que dejarán de verse, entonces ¿Por qué ambos se enforzaban en fingir que estaban bien con eso?

–¿Debo recordarte tus palabras?

–No, pero solo digo que podríamos caminar en lugar de estar siempre sentados en un lugar.

–Seria lo mismo, ¿Y cómo sé que no me dejaras caminando solo cuando el tiempo sea suficiente?

Volvió a quedarse callado, en parte tenía razón. Creyó que quizá sus salidas serían divertidas, incluso que lo llevaría a un lugar caro donde no encajara para presumirle su riqueza.

Nada, todo era sencillo y extrañamente agradable.

Pero si no hablaban durante al menos cinco minutos se volvería loco ante el silencio.

–Dije que no me importaba tu vida, más no que tú no podías preguntar sobre la mía.

Lo miro con más atención, girando su cuerpo para verlo mejor y recargando su rodilla en el asiento.

El cambio de actitud se le hizo tierno, casi parecía que su rostro se iluminaba ante la idea de tener una minima posibilidad de conocerse.

Quizá estaba igual de aburrido que él y el cambio de la plática era lo único que podría sacarlos de la futura monotonía.

–¿Puedo?

Asintió, iba a mentirle en cada respuesta. No necesitaba ser honesto con alguien que no volvería a ver en unas semanas.

–Solo si después puedo preguntar.

Era en serio, no le importaba su vida, solo tenía curiosidad y su conversación podría ser menos aburrida si se unía a las preguntas. A lo mejor podría sacarle información valiosa si utilizaba bien sus cartas y vendérsela a Mei Mei en una cantidad considerable.

–¿Por qué aceptaste el trabajo?

Satoru alzó una de sus cejas e inconscientemente le regaló una sonrisa coqueta.

–¿No debería preguntar yo por qué un Omega rico y de buena familia va proponiéndole cosas extrañas a los alfas?

–¿Vamos a preguntarnos cosas sin contestar?

Suspiro ante su derrota y sintiendo los duraznos agrios a su alrededor.

–Necesitaba el dinero, además creí que era una estafa.

Lo vio relajar su expresión.

–¿Aún lo necesitas?

–No contestaste mi pregunta.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora