32. Segundo trimestre.

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Yuuji está cerca del cuarto mes y descubre que Gojo tiene razón.

Se  prepara para bajar a almorzar, se ha dado una ducha rápida después de su sección matutina de cariños. El albino le ha dicho que no baje y que le llevará la comida, pero él está un poco agotado de pasar tanto tiempo en la cama. 

La doctora le ha dicho que termino uno de los periodos de riesgo, aquel que es fundamental para que su cuerpo pueda soportar el cambio de un ser creciendo en su interior. Todo lo que necesita en esos meses es guardar un poco de reposo y aumentar el tiempo del mismo conforme pasen los meses.

Quiere moverse un poco más, algo sencillo que su estado le permita realizar antes de dejar de hacerlo, además de estar preocupado por su cocina, Satoru lleva allá abajo cerca de veinte minutos y parece no tener intensiones de subir.

Así que, mientras comienza a vestirse nota que sus pantalones no cierran como suelen hacerlo.

Lo toma un poco por sorpresa, no es como si estuviera evitando el tema, solo que la ropa grande que lleva de su alfa le ha privado en ver lo que tanto anhela, cree que es muy pronto para notarlo.

O muy tarde.

Si bien, sabe que al ser un omega masculino su vientre no crecerá en su totalidad, no es imposible que note ese crecimiento en su cuerpo.

Asoma la cabeza por el marco de la puerta, quiere asegurarse de que el dominante no va en camino o será el primero en verlo. No quiere eso, quiere mostrárselo él mismo a pesar de que ha pasado todos los días con una mano sobre su vientre.

Ríe tímidamente, ha pasado todos los días mirando sus movimientos que ha pasado por alto algo que va a emocionarlo. Sabe que no lo ha notado, ya le hubiese dicho algo al respecto y está seguro en que estaría llorando mientras le toma fotografías.

Sí, Gojo a encontrado una extraña diversión en tomarle fotos incluso cuando está dormido. Le ha dicho que solo quiere tener un recuerdo de esos meses y así verlos unos años más adelante.

Va de puntillas a las escaleras y se queda escuchando algún indicio sobre lo que hace, cuando comprueba que sigue batallando con los electrodomésticos sigue su camino inicial.

Puede confiar por unos minutos en que no incendiaria la casa.

Regresa casi corriendo a la habitación, cerrando la puerta tras sus espaldas y caminando hasta el espejo que está en su clóset. Se acerca lo suficiente para notarlo mejor, no quiere apreciarlo de lejos.

Suspira nervioso, su omega interior corre en sus adentros por la emoción de verlo también, está seguro en que puede escucharlo quejarse en voz baja por mostrárselo ya.

Levanta poco a poco la sudadera que le queda enorme, solo para detenerse antes de llegar al pecho y notarlo con mejor claridad.

Su vientre está levemente hinchado, los músculos que aún conserva hacen que no se note mucho, pero esa curvatura de la que habla y presume su alfa está ahí.

Sus mejillas se tiñen de carmín y chilla por su gran descubrimiento, casi puede sentir las lágrimas en sus ojos, pero sabe que debe calmarse en ese momento o el lazo va a enviarle sus emociones fuertes al chico que está abajo.

De lo contrario, la puerta ya hubiese sido abierta de par en par y una mata de cabellos blancos estarían a su alrededor en busca de su malestar.

Gira un poco el cuerpo con la emoción en todo su ser, ¡Y ahí está!

Su barriguita sobresale más cuando cambia de posición, no es demasiado grande, pero tampoco es pequeña, tiene la forma perfecta y encaja muy bien con su cuerpo.

Alfa en alquiler »GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora