Capítulo Dos.

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Nala.

Veo tres pares de pies.

Dos pares son de hombres con trajes y zapatos lustrosos, es más que visible que deben tener muchísimo dinero. El otro par son con los zapatos de Mama... Me presiono más la boca con las manos para no gritar su nombre y decirle que debe huir, luego pienso que a lo mejor está haciendo algo por la muerte de su pequeña Emma.

Debe de ser eso, ella juró protegernos y cuidarnos hasta su último aliento de vida.

— Necesitamos mejores productos en la próxima recolección, al señor se le debe entregar calidad— la voz de uno de los hombres era tan grave como la de un monstruo gruñendo.

— Les aseguro que entregaré un producto que logrará llenar sus... deseos al señor— esa era la voz de Mama sin ningún rastro de calidez como nos hablaba a nosotros, era fría y muy seca.

Era tan desconocida.

— De preferencia mayores de diez, no querrá que su granja pierda el prestigio que el señor se encargó de presumir ante sus fuertes— la otra voz no era diferente al la del primer hombre, ambas me causaban escalofríos— recuerda, entre más años mejor valor tiene.

¿¡Una granja!?

— Nunca le he fallado, ni tampoco pienso fallarle. Tengo un producto de diecisiete, supongo que al señor le interesará más que al resto.

¿Mama? ¿Qué haces?

— Se lo comentaré y te haremos llegar su respuesta, mientras tanto, regresa a hacer tu trabajo.

— Un placer haberlos servido— los pies de Mama empezaron a andar de regreso a las puertas del orfanato.

— Espera— uno de los hombres la detuvo— ¿Huelen eso? — esnifó sonoramente haciendo que me encogiera en mi escondite— Huelo a algo distinto...

— Debe ser mi aroma... — la voz de Mama tembló dentro de esa frialdad.

— No, tiene razón— la segunda voz de monstruo respondió— es algo fresco... ¿Hierbabuena?

Como puedo aprovecho el momento en el que ellos vuelven a las puertas de donde salieron y corro tan veloz que mis piernas se rinden en la colina por el terror que siento.

Volteo rápido al túnel y dislumbro que ahora Mama tiene en sus manos el peluche de Emma— ¡¿Cómo pude olvidarme del peluche?!— el miedo me invade las venas, trepa a mi garganta y la cierra como el nudo de una bolsa.

Me pongo de pie llorando y me refugio dentro del orfanato, lejos de los hombres malvados y... de Mama.

Callo mis sollozos mordiéndome la mano y me voy a mi dormitorio con la esperanza de no despertar a nadie de las niñas, nadie puede enterarse de que somos un maldito ganado en este orfanato que es en realidad es una granja de niños...

No llego ni a sentarme a la cama, me dejo caer al suelo y abrazo mis rodillas meciéndome para calmarme. Es imposible. La imagen de Emma, la voz de Mama, el producto de diecisiete... todo es demasiado para soportar que no pude evitar contener un sollozo.

El Orfanato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora