Capítulo Dieciocho.

316 48 39
                                    

Nala.

¿Esto... esto de verdad estaba sucediendo?

Mis pulmones se vaciaron, casi como un tanque de oxígeno bajo el agua. Mi corazón latía no solo con fuerza, si no, con brutalidad, casi como si quisiera salir de mi caja torácica. Y mi cuerpo, se tensó como una liga a punto de romperse y destruir lo que, apenas, descubrí que había querido tener desde el primer instante en el que dejé de ver a Ry como un hermano más del grupo.

Aún sin tocarlo, lo sentía temblar, o puede que haya sido yo, o puede que ambos. No estaba segura de absolutamente nada teniendo mis labios pegados a los suyos.

Cuando chocó nuestras frentes y separó nuestras bocas, fue una oportunidad para poder respirar de nuevo, mis inhaladas sonaban tanto como si hubiera estado persiguiendo a mis hermanos en un maratón sin fin dentro del bosque.

Cosa que no pudo importarme menos ya que, el silencio de Ry no me gustaba nada, nunca me gustó y tampoco lo hacía ahora que yo no tenía palabras para diluir la tensión inevitable en estos momentos.

Intuí la dirección de sus pupilas encharcadas en un verde distinto al que le he visto, no es el típico verde bosque cuando está feliz o el verde de un bosque nocturno cuando está enojado.

Era una mezcla de ambos que no podían dejar de ver mis labios.

— ¿Qué...— aclaré mi voz, sonaba ahogada que ni yo podía escucharla salir— ¿Qué fue esto...?

Un beso, Nala, un perfecto primer beso...

— Cada día... — su garganta subió y bajó— ha sido una tortura para mí. No quería nada del mundo más que hablar contigo, sentarnos bajo el árbol y olvidarnos del resto ¿Sabes? Cada maldito día lo anhelaba.

Quería decir que yo también, todas las noches pedía que el día siguiente fuera distinto a la realidad para poder hablar con él durante horas, poder ir a su árbol y recargarme en él mientras me leía párrafos cortos de aquel libro favorito suyo.

Un día distinto en el que nos olvidáramos de que debíamos tratarnos como hermanos. Tener un vínculo distinto al resto, pero no menos valioso que cualquiera.

Aunque, no dije ninguna de esas cosas en medio del silencio que se creó, sabía que no era mi turno aún y que lo mejor era esperar y darle tiempo de hablar.

De nuevo, estoy siendo la primera persona en escuchar como Ryan se desahogaba y daba rienda suelta a sus sentimientos y pensamientos. No podía estropearlo.

— Desde los diez años... yo... — sus ojos me miraron con súplica, sabía que tan difícil era todo esto para él— he estado enamorado de ti... cada parte de mi cuerpo se enamoró de ti— expulsó el aire tal cual un peso se hubiese esfumado de su pecho— toda tú era perfecto para mí, desde la energía inagotable hasta las sonrisas que te pintan de rojo las mejillas y te achican los ojos...

— Ry... — no tenía aliento.

—mPero yo no lo era para ti— mi corazón se comprimió— soy la tinta que mancha todo a su paso, la sombra que nubla tus días soleados, el motivo por el que has sufrido...

— ¡No! — me apresuro a decir antes de que siga continuando— nunca has sido eso para mí, ni para nadie.

— No hace falta que me lo digan para no darme cuenta de todo lo que destruyo, Nala. Yo nací para eso, no me importa nada de mi alrededor, arraso hasta dejar nada y puedo seguir con mi vida sin ningún arrepentimiento hincándome las garras. ¿En cambio tú? No naciste para ser alguien así, pero pronto te convertirán...

El Orfanato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora