Capítulo Veinte.

312 46 29
                                    

Nala.

Mi mundo se desmoronó cuando Wiley y yo vimos salir a Mama por las grandes puertas, toda ella irradiaba tranquilidad, la sonrisa que se le formó en las comisuras trasmitía tantas cosas, pero ninguna buenas. Fue entonces cuando nos cuestionamos ¿Qué fue lo que le hizo a Ry?

Su parte del plan era entretenerla el mayor tiempo posible para que nunca revisara el rastreador hasta que fuera lo suficientemente tarde y nadie pudiera alcanzar a Wiley.

Lo que significaba que, si ella estaba ahí afuera disfrutando de los rayos del sol que hacían brillar sus facciones tornándolas más cálidas, Ry debía estar en graves problemas, por esa misma razón corrimos los dos olvidándonos completamente del paradero de la hermana Bria.

Wiley propuso separarnos, era más rápido ir por diferentes caminos para abarcar todo El Orfanato, pero no fue necesario si desde la planta baja se escuchaban unos golpes monstruosos contra las puertas.

Todo mi ser tembló, si algo lo hubiera pasado a Ry...

Sin embargo, cuando lo abracé mi corazón dio un latido de tranquilidad antes de colapsarse por completo. Mama, como todos la conocíamos, acababa de escuchar su verdadero nombre. Isabella... y lo peor de todo es que iba tras Syla, por eso nos dedicó una sonrisa más ancha a Wiley y a mí antes de seguir su camino hacia el bosque...

— ¡¿Cómo supo que Syla escaparía?! — Wiley derramó una mezcla de miedo y furia en su pregunta.

— No lo sé... — Ry gruñó sujetándose el hombro— pero ella se deshizo de Bria justo un amanecer después de que nos haya confesado secretos que nos ayudarían...

— No tiene sentido... — claro que lo tenía, solamente no quería aceptar el motivo del olor tan penetrante a lejía.

— Sabe que la traicioné— me miró con una expresión gélida— intentó deshacerse de mí encerrándome aquí para impedirme ir tras ella y salvarlos.

El filo de mis ojos comenzó a humedecerse.

— ¡Sigo sin entender como supo todo nuestro plan! — Wiley se jaló el cabello hasta arrancárselo de raíz. Yo también sentía esa desesperación por saber cómo lo descubrió todo.

— ¿Te encerró cuando sonó la alarma en el rastreador? — lo miré con un temor que me iba arañando la espalda— ¿Lo hizo...?

— En ningún momento Syla desactivó el rastreador— con un grito devolvió su hombro a su lugar, el sonido del hueso encajando fue tan desagradable que no me imagino el dolor que debe seguir sintiendo.

— Puede localizar a Syla todavía... — me quedé sin voz cayendo a la realidad.

No puede. No puede. No puede. No puede.

— ¡Nala!

La voz de Ry fue como un susurro cuando mis piernas comenzaron a correr por su cuenta, casi me tropecé al bajar las escaleras, pero no me detuve, no podía si Syla estaba en peligro. Todas las niñas que parecían ansiosas por la larga espera que Wiley les hizo con la historia del libro se sorprendieron por verme correr demasiado rápido, ni siquiera cuando jugábamos en el bosque y yo debía atrapar a todos mis hermanos corría de la misma forma.

A la distancia pude escuchar sus vítores apresurando a Wiley y a Ry para alcanzarme, de esa manera supe que estaban corriendo tras de mí con la misma desesperación que yo por llegar antes que Isabella.

No puedo imaginar una vida como la que antes vivía, con todo lo que ahora sé, los peligros constantes en los que estamos desde los más pequeños hasta los más grandes, el hecho de que Sy se le pudo haber complicado algo e Isabella ya lo haya tomado para detenerlo y entregarlo en el próximo amanecer...

El Orfanato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora