Capítulo Cuatro.

348 55 8
                                    

Nala.

Las tareas de esta cena fueron lavar los platos entre Ry y yo, como sabíamos que Mama vigilaba desde cualquier punto nuestros movimientos, al principio ninguno se dirigió la palabra, prácticamente no existíamos para el otro.

Algo nada lejos de la realidad. No fue hasta que nos aseguramos de que éramos los únicos en la cocina para poder hablarnos en susurros, yo ya tenía en claro lo que iba a decirle: mis próximos movimientos.

— Tenemos que darnos prisa, empezar a trazar un plan resistente ante cualquier obstáculo que haya de ahora en adelante.

— Debemos trabajar con cautela, hemos cometido un error desde el inicio y no podemos arreglarlo— me respondió sin mirarme.

— Lo tengo entendido, tenías razón con Mama... — suspiré secando una taza— ella... ¡Oye! — me paso la manga por la cara para secarme el jabón que Ry me aventó con la esponja.

— Te dije que debías ser precavida, te lo advertí, Nala— sus ojos se posaron en mí, tan fríos como siempre— estabas por caer en su trampa.

— No, no es cierto, pude controlarme...

— Claro que no— miró hacia las puertas antes de continuar— ella no sabe con certeza que fuiste tú quien dejó el peluche— levantó su mano enjabonada para no interrumpirlo— sé lo que te dije en la biblioteca, pero también sé que no tiene la seguridad de confirmarlo, pudo haber sido cualquiera.

» por eso te puso la trampa para que tú sola te delataras o delataras a quien salió a la reja para que ella pudiera mover ficha con confianza.

— ¿Por qué sabes todo esto? — doy un paso hacia él— Tú sabes algo que yo no, Ry...

— ¿Qué?

— Dímelo. Ahora— frunzo mis cejas— dime lo que sea que estás ocultado.

— No oculto nada— él también avanza un paso hacia a mí, nuestras puntas de las botas terminaron por rozarse— sólo pienso como el enemigo, algo que deberías aprender a hacer para no tener que salvarte cada vez que tartamudeas frente a ella o dejas de sonreír.

Aprieto los dientes hasta que las encías me duelen, retrocedo lo suficiente para marcar una distancia entre nosotros y poder concentrarme en seguir secando los platos que él enjabona y enjuaga ahora con más brutalidad.

Tengo tantas cosas que decirle, que demostrarle para que se de cuenta de que soy más inteligente de lo que aparento, que soy capaz de manejar esto sin equivocarme...

Puedo ser igual de estratégica que él, aunque es cierto. No he aprendido a pensar como el enemigo por el simple hecho de que no los hay en el mundo que quiero crear.

Nadie es el malo o el bueno, son las acciones que deciden tomar los que dirigen su nuevo destino, convirtiéndolo en malos...

— Intento... créeme que lo hago— mis manos se posan en la orilla de la encimera para ocultar mi cara llena de vergüenza entre mis hombros— es... es tan difícil verla y no sentir repulsión cada que abraza a uno de nuestros hermanos, mi cuerpo tiembla de impotencia por no poder hacer nada para quitárselos.

Inspiro hondo.

— Me siento traicionada con cada sonrisa y abrazo que debo obligarme a darle. Es como si estuviera de lado de ella, apoyando sus decisiones...

El Orfanato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora