Ryan.
Creo que, la cámara pudo haber sido la mejor recompensa de todas las que he pedido, era imposible describir mi fascinación por ver como el tiempo dejaba de transcurrir de un segundo a otro para luego quedar quieto por toda la vida en un simple papel.
Lo fascinante que era ocultar la verdad de las personas, los lugares o incluso de las cosas.
La manera tan fácil que era fingir frente al flash.
Me guardé todas las fotos que tomé del día entero en mi libro, supongo que lo hice como recuerdo de lo que pudo haber sido la vida si nunca hubiera descubierto los secretos del paraíso Gaius Hill. Al meterme a la cama saqué del bolsillo de mi pantalón la única foto que no guardé entre las páginas del libro rayado.
Trasmitía todo y a la vez nada la foto, de lo que estaba seguro era que quería verla por más tiempo del que hice en el resto de la tarde.
Nala no había salido ridículamente mal como lo hizo ver con su desesperación para quitármela y quizá romperla para que no hubiera una prueba de su gesto inesperado por el flash.
No sé cómo pudo hacerlo, pero incluso en esos momentos siempre lograba salir sonriendo con las mejillas pintadas de rojo y los ojos achicados haciendo que sus pestañas se vieran más abundantes.
Algo cambió en los minutos que pasé admirándola, me tallé los ojos no una vez, tres veces y seguía viendo lo mismo... rasgos de Mama en las delicadas facciones de Nala. Me convencí a mi mismo que era el cansancio, la preocupación y el estrés de saber que decir frente a ella, como seguir actuando en las sombras de Nala y tener que proteger al resto.
Debía de ser eso. Aunque por mucho que mi mente estuviera cansada no le hacía justicia a seguir viendo esos rasgos...
Con el rechino de los resortes de las camas viejas en las que dormíamos todos, mis pies tocaron la madera fría para agacharme y sacar mi libro, con esfuerzo en la oscuridad pude localizar la fotografía de Mama entre las demás y me acerqué a la ventana cuidando de que mis pasos no hicieran crujir la madera. Con la luz de la luna empecé a observar ambas caras con barbilla afilada y...
Mis ojos iban de derecha a izquierda cada vez más lento para dejar de conjeturar lo sin sentido del asunto. Inspiré temblorosamente al ver lo inevitable que jamás había visto con atención en ambas.
Mama podría no tener los ojos azules como el cielo en todas sus fases, pero la frialdad que trasmitían cuando estaba enfadada era idéntica a la mirada glacial de Nala cuando me amenazó, pude haber quedado congelado si no me hubiera obligado a subir mis muros y no centrarme en las emociones que ella me hacía sentir.
La forma de sus sonrisas inocentes... como achican los ojos lo suficiente para ocultar la pupila.
Un escalofrío me recorrió la columna, no iba ni siquiera a darle nombre al pensamiento que me cruzó por la cabeza. Jamás le haría eso a Nala. No la compararía con la persona quien le ha hecho más daño en toda su vida. Guardé ambas fotos en el libro con muchas páginas de intermedio para alejarlas lo más que pudiera, así como lo he estado haciendo por toda mi vida también.
Cuando ninguno del dormitorio pareció darse cuenta de mi repentina actitud, arrastré las pantuflas y con la manta me fui a respirar al pasillo.
No a cualquier pasillo, su pasillo, para ser más exactos.
***
Esta mañana ya había olvidado por completo las divagaciones que me puse a pensar, casi incluso me reí al recordarlas. Con un dolor tolerable en el cuello tras no encontrar una postura cómoda en el pasillo me concentré en algo nuevo que había en el comedor.
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El Orfanato.
FanfictionGallagher Caro. El Orfanato Gaius Hill es tan bien conocido por ser un paraíso para los niños que no les queda nada a las afueras de un mundo peligroso y demasiado grande para ellos. Nala, quien es el alma más positiva y optimista de aquel lugar, nu...