Capítulo Tres.

384 66 11
                                    

Nala.

Algo no estaba bien.

Desde que adoptaron a Emma, han pasado cuatro días y con el juicio un poco más despejado que aquel día me percaté de algo que no pude hacer antes. Ry no reaccionó como yo... simplemente se quedó pensando unos instantes y me dijo que me creía, como si nada de lo que le dije fuera tan grave.

Estoy consciente de que Ry no es como los otros, él es estratégico, piensa antes de actuar, mira el problema de todos los ángulos buscando el lado indicado y avanzar.

Pero no le dije algo tan simple...

Prácticamente vivimos en un lugar donde podría ser mañana o dentro de dos semanas seamos los elegidos para la recolección y morir sin oportunidad de escapar. Por mucho que Ry no quisiera alterarme— más de lo que ya estaba— no fue normal su postura, sus acciones, el tono de su voz.

Lo calmado que estaba.

Puede que quisiese darme esa apariencia tranquila cuando por dentro pudo haber estado colapsando, sin embargo, la teoría de que no hay nada ni nadie que lo haga sentir algo cada vez es más real.

Nunca hemos visto llorar a Ry. Tampoco enojarse. En pocas palabras nunca ha demostrado emociones fuertes, lo encapsula todo en su interior y... actúa como si nada, ni siquiera cuando es necesario que rompa los muros emocionales él nunca lo hace, no lo hizo como esperé que lo hiciera al contarle la verdad...

Y toda esa desesperación para que yo fingiera frente a Mama, el crear un plan, lo mal que se puso cuando le dije que me llevaría a todos no fue suficiente si lo comparamos con mi estado.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

No quiero empezar a tener ideas erróneas sobre Ry, pero el hecho de creer que quizá ya sabía este secreto... me pone enferma, no lo toleraría si él supiera cual sería el destino de Emma aquel amanecer a pesar de que pasó mucho tiempo hablando con ella en el suelo de su dormitorio.

La acompañó en sus cortos seis años, él sabía que Emma lo adoraba por ser su hermano mayor y el único que podría defenderla de cualquiera que se metiera con ella por ser pequeñita. Más que el resto de su edad.

Ry no sería capaz. Ry no sería capaz. Ry no sería capaz...

Emma... le sigo llorando cada noche mientras muerdo la almohada para amortiguar mis quejidos, hubo una noche que sentí mucho y una de las niñas de trece se metió a mi cama y me abrazó hasta que me quedé dormida, para mí fue mucho ese gesto porque las camas están diseñadas para una sola persona.

A pesar de eso no debo volver a permitirlo, Ry me exigió que actuara como antes y yo antes no lloraba, he sido el alma feliz de Gaius Hill, la chica que alegra a los demás y les contagia la sonrisa que pinta de color rojo las mejillas y achica los ojos.

No la que hace llorar a los demás porque no saben cómo volverme a ser feliz e iluminar sus vidas.

Al salir de mis pensamientos termino de frente a la pared de los dibujos. Todos los niños hemos puesto aquí los dibujos de nosotros mismos junto con Mama tomados de la mano, no se quitan a menos que, con la verdad que sé, te elijan para morir.

El Orfanato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora