Capítulo Diecinueve.

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Nala.

Tenía en mis manos el proyecto terminado de Ry, era tan pequeño que no sabía si funcionaba o si al menos haría el intento de funcionar. Me advirtió que tuviera cuidado en no presionar el bonton minúsculo que estaba por mi dedo pulgar, dijo algo de que lo activaría y no sabría con exactitud si volvería a funcionar para Syla.

Así que, se lo devolví como si fuera algo sumamente valioso hasta que lo tomó y lo guardó en su bolsillo.

Dentro de la biblioteca repetí las indicaciones que ellos debían acatar, esta vez les dije que no hicieran nada que creyeran que era bueno en el plan, no hay posibilidad alguna de que mejoren las cosas con nuevas ideas, debe ser la mía y punto.

Ninguno se opuso, creo que están tan nerviosos como yo que sin duda harán todo al pie de la letra para que no fallen en la misión y así Syla logre escapar.

— Bien, Ry, te llevarás a Mama para entretenerla lo más que puedas y así no vea el rastreador ¿correcto? — lo vi asentir con firmeza— Syla, correrás y usarás el proyecto hasta que estés frente al muro, no antes, lo escalarás con la cuerda de sábanas que está escondida dentro del tronco más viejo que veas, asegúrate de amarrarla bien a una rama resistente o te caerás ¿entendido?

Con una media sonrisa asintió.

» Wiley, estarás a unos metros de las puertas del jardín, entretén a los pequeños mientras revisas al mismo tiempo la señal que te hará Ry en la ventana del segundo piso si algo no anda bien con Mama ¿te quedó claro? — levantó sus pulgares decisivo.

— Nala, te ocuparás de Bria tanto como puedas, si no logras mantenerla ocupada...— me advirtió— me harás la señal ¿a ti también te quedó claro? — mis labios se entreabrieron tras la orden de Ry.

— Sí— respondí un poco mareada. Notar su preocupación y darle el sentido que nuestra vida tomó la noche anterior es tan fuerte que me cuesta saber reaccionar.

— Perfecto, todos entendimos que es lo que debemos hacer— Wiley aplaudió— vamos a ponernos en marcha, la hora de juego ya debió de haber empezado, tórtolos,

— Todo saldrá bien, Sy, confía en nosotros— lo tomé del brazo para irnos juntos hacia el jardín.

Quedamos de acuerdo todos de despedirnos bajo el árbol de Ry, ya que sería el último lugar donde estaríamos los cuatro juntos, como aquella noche en donde nos dimos un abrazo grupal confesando nuestras culpas.

Siento en cada parpadeo que mis ojos se van humedeciendo más, pero no lo permito, me dije a mí misma que no lloraría por Syla hasta que todos estemos a su lado, fuera del gran muro con una vida por delante.

— Esperen— Wiley, quien iba detrás de nosotros junto con Ry, se frenó de repente— algo no anda bien...

— ¿A qué te refieres? — me di la vuelta completa para enfrentarlo.

— No es tiempo para tus bromas, de una vez te lo digo— Ry se tensó de cuerpo completo, al igual que Syla.

— ¿Por qué ninguno de ustedes me contradijo? — me miró a mí y luego a Ry.

— ¿Contradecirte en qué?

— Los llamé tórtolos y tú ni siquiera te pusiste roja del enfado que sientes cada que les digo que son novios— me juzgó con su dedo apuntándome— y tú no me amenazaste para que no volviera a decirlo...

— Eh... yo... — las palabras se mezclaron en mi lengua sin armar una buena oración que no nos delatara frente al más bocón de todos los hermanos.

El Orfanato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora