Nala.
Fui capaz de ver a mi felicidad hacerse cenizas tal cual cada segundo fuese una hora.
La garganta se me desgarró gritando su nombre que por más fuerte que lo gritara, sé que no salió mi grito de estas cuatro paredes. Murió al instante en el que estaba a cinco pasos de él y en un chasquido estaba tirada en el suelo empapando mi ropa con el aceite espeso que me quemaba las fosas nasales con cada inhalada rápida que daba al atrapar aquella cerilla que pondría fin a mi felicidad si hubiera tocado el suelo.
Mis ojos escocían de lágrimas como lo hacía mi corazón, tantos escenarios sucedieron en mi mente si yo no hubiera sido capaz de atraparlo.
La cerilla se ahogó en mi mano, extinguiendo así la llama que pusiera en peligro nuestras vidas. Como era de esperarse, Ry no asimiló lo que acababa de hacer, retrocedió con miedo de mí, casi como si no creyera que lo había salvado. Me apoyé en mis rodillas para poder levantarme y aventé la cerilla lejos del charco gigante de aceite, aunque ya no hubiera restos de la flama temía lo peor.
Con las mangas secas me limpié las lágrimas y me lancé hacia él para empujarlo.
— ¡Te atreviste! — otro empuje— ¡Ibas a dejarme! — otro empuje— ¡No pensaste en mí, ni en los demás! — otro empuje— ¡No me diste a elegir si podría odiarte o seguirte amando! — no era capaz de volverlo a empujar, lo rodeé con mis brazos por encima de sus hombros, todo su cuerpo olía a aceite, pero no podía importarme menos ahora.
— Na... Nala...
— Ibas a borrar para siempre el verdadero motivo de mis sonrisas que te pintan las mejillas de rojo y te achican los ojos— sollocé— tú eres mi verdadero motivo... seas hijo de quien seas, Ryan.
— No debiste... no merezco ser salvado después de todo lo que he hecho...— su voz temblaba como una hoja frágil de papel.
— ¿Sólo por qué Isabella te manipuló? — acuné sus mejillas en mis palmas para que reaccionara— a la mierda con eso, Ry, mereces vivir de la misma forma que merecemos los demás...— sus ojos se movían como canicas observando cada centímetro de mi cara— merecemos ser felices... los dos.
Mis labios se sellaron con los de él en un beso, apreté mi cuerpo con el suyo sintiendo el calor de su piel tras la tela mojada, cada subida y bajada de su pecho respirando y cada maldito latido perfecto de su corazón con vida.
Nunca me habría atrevido a besarlo de esta forma si nunca hubiera pasado esto, pero dentro de todo lo malo que pudo haber sido, no me arrepiento. Sé que podría salvarlo una y mil veces más para poder besarlo de esta manera.
Vivos.
Su cuerpo tembló por unos segundos eternos hasta que fue capaz de poner sus manos en mí y aceptar que era real, que no era parte de su paraíso que seguramente tendría cuando algún día muy lejano muriera. La fuerza de sus brazos incrementó al rodearme la cintura y el beso se hizo aún más profundo cuando dejé que explorase más de lo que haría en un simple beso casto.
Las lágrimas fueron parte de nuestro beso, Ry por primera vez estaba llorando como un niño indefenso, como si esta fuera la primera vez que se permitía derramar lágrimas...
Mis manos viajaron a su nuca, cada mechón húmedo me hacía recordar como se vació la botella sin dudarlo, dándome cuenta de que él ya había puesto marca a su destino... Ry siempre supo que iba a morir joven. Hasta que llegué yo a su vida y evité ese trágico final que aún no le tocaba vivir.
Todo se volvió tan feroz que nuestros dientes chocaban entre sí, sus dedos se clavaban en mi piel tratando se hundirse y no dejarme ir, nuestras lenguas peleaban arduamente por saborearse hasta el cansancio...
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El Orfanato.
FanfictionGallagher Caro. El Orfanato Gaius Hill es tan bien conocido por ser un paraíso para los niños que no les queda nada a las afueras de un mundo peligroso y demasiado grande para ellos. Nala, quien es el alma más positiva y optimista de aquel lugar, nu...