Capítulo treinta y dos

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En el horario fijo, bajó las escaleras con intenciones de ir a entrenar, con su rostro cubierto de maquillaje y el chaleco cerrado hasta el cuello. 

—Hoy no habrá entretenimiento. 

—¿Por qué?

—Tengo cosas que hacer. Más tarde te llevaré a la universidad, así que ve a descansar un poco más. 

—No hace falta, gracias— pasó por mi lado, haciendo caso omiso a mis palabras. 

Me asomé por la ventana, viéndola realizar los ejercicios de calentamiento y de rutina. 

Maldición, ¿todo esto lo hace para hacerme enojar o para hacerme sentir más miserable?

×××

Horas después, la llevé a la universidad y no me dirigió palabra alguna por todo el camino, solo me dio las gracias al llegar, pero hubiera preferido que no lo hubiese hecho. 

—¿Qué debería hacer? — le pregunté a Keny. 

—Hablar con ella, señor. 

—Si fuera así de fácil, ya lo hubiera hecho. 

—No es como que se esté esforzando mucho tampoco. 

—¿Qué dijiste?

—Nada, señor. El punto es que, debería llevarla a alguna parte luego de que salga de la universidad. Hable con ella y arregle sus diferencias. Solo le pido que no haga más esto, la está lastimando. 

—No me lo repitas más. 

—¿Por qué no la sorprende con un regalo? No lo sé, unas flores. A las mujeres les gusta ese tipo de detalles. Ya lo hizo una vez con su hermana. 

—Sí, y no funcionó. 

—Quizá se sienta sola. Solo sale a la universidad y luego está metida en la casa. Trate de sacarla un poco. Deje el trabajo hoy y saque algo de tiempo para ella. 

—Esa malagradecida no lo va a apreciar. 

—Muy el fondo, ella debe apreciarlo, o de lo contrario, no estaría aquí soportando tanto. 

—No, no te equivoques. Lo hace porque no tiene de otra, solo por eso, además de que me debe mucho y es su forma de pagarlo.

—Mientras vea las cosas de esa forma, será imposible que arregle la situación con ella.

—Olvídalo. 


Daisy

Fui a la terraza, y me quedé contemplando la vista; la misma vista que veo todos los días. Debería estar cansada de ella, pero no puedo, es lo único que permanece ahí y puedo venir cuando sea a verla. Este lugar, sin duda alguna, es el mejor para pasar el rato y pensar. 

Mi vida ha cambiado tan drásticamente en tan poco tiempo. Se ha convertido casi en el mismo infierno en el que vivía. Parece que estoy destinada a ser golpeada eternamente. Quizá, si me convierto en alguien más fuerte, las cosas mejoren. Puede que John deje de verme con la misma lástima de siempre. 

Quisiera sorprenderlo y demostrarle que soy lo que espera, pero por más que me esfuerzo, todo es en vano. En todo lo que dice tiene razón, soy una inútil, doy lástima, soy miserable y patética. Aún si muero ahora, a nadie va a importarle. No tengo nada, no soy nadie en esta vida, solo un parásito que depende de él para seguir avanzando; por eso debo dar mi mejor cara y darlo todo en esos entrenamientos. Debo cumplir con sus expectativas. Aún si quiero huir, no podré hacerlo, es como si hubiera salido de esa jaula de la que era mi casa, para ahora estar encadenada a él. Lo peor es que, aún luego de todo lo que me hace, yo estoy sintiendo cosas hacia él. No sé si por agradecimiento por haberme ayudado o hay algo más, pero sus palabras son como un puñal.

Alma Negra (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora