Subí la corta escalera con la mente en ebullición, tratando de idear un plan que nos permitiera avanzar sin alertar a los guardias. Eran cinco y Daisy debía reubicarse en lo alto para tener mayor alcance y visibilidad.
Rebusqué en cada rincón del jardín, capturando cada detalle con la precisión de un fotógrafo obsesivo. La fuente de ángeles, con sus estatuas de mármol mirando al cielo estrellado, se alzaba imponente en el centro del jardín de los Reyes Caudillos, bañada por la luz plateada de la luna. Las flores que bordeaban los senderos exhalaban su fragancia embriagadora, aunque irritante para mi gusto.
Mi mente estaba enfocada en otra cosa. Mis ojos detectaban cada sombra, cada movimiento, identificando la ubicación exacta de cada uno de los hombres que custodiaban el jardín. Uno de ellos se hallaba cerca de la puerta del rey Casto, mientras que el otro permanecía vigilante junto a la entrada que conducía a la sacristía, el punto de acceso crucial para nuestra infiltración en el interior de la catedral.
Con la Beretta sujeta con firmeza en la mano por dentro de mi chaleco, evalué nuestras opciones. Necesitábamos algo ingenioso, algo que nos permitiera avanzar. Entonces, una idea brilló en mi mente como un rayo de luz en la oscuridad.
Me acerqué a la fuente de ángeles y deslicé una moneda de oro en la boca de una de las estatuas, activando un mecanismo oculto que provocó un suave murmullo de agua. Mientras el sonido del agua enmascaraba mis movimientos, me deslicé hacia la sombra de los arbustos, utilizando la vegetación como cobertura mientras me aproximaba con sigilo a la puerta de la sacristía.
Tras entrar en la capilla de San Juan Bautista, me encontré con dos hombres de espaldas, absortos en su ridícula y aburrida conversación. Con cuidado me acerqué, asegurándome de mantenerme fuera de su campo de visión. Con un ligero movimiento, les disparé por la espalda, y rápidamente arrastré sus cuerpos por separado por detrás del altar para ocultarlos de la vista.
La sala principal era el lugar más peligroso y concurrido, estaba siendo demasiado vigilado y la cantidad de hombres armados era alarmante. Además de lo complicado que sería encontrar cobertura, la necesaria para dar de baja a uno por uno.
Me asomé para llevar un conteo, pero debo admitir que me impresionó la majestuosa vista que se desplegaba ante mí. Las paredes estaban adornadas con frescos antiguos que representaban escenas bíblicas, iluminadas por la luz tenue que se filtraba a través de los vitrales de colores. El suelo de mármol pulido reflejaba la luz de las lámparas de araña que colgaban del techo abovedado. Altas columnas de mármol sostenían el techo abovedado, mientras estatuas de santos vigilaban desde los nichos a lo largo de las paredes. El aroma a incienso impregnaba el aire, añadiendo una atmósfera solemne y algo inquietante.
Al fondo, en el centro del salón, se alzaba un imponente altar tallado en madera dorada, decorado con relieves elaborados y candelabros de oro, además de un gigantesco crucifijo que presidía el espacio, atrayendo fácilmente la mirada con su extraña expresión melancólica. A su alrededor, bancos de madera finamente labrada se extendían en filas ordenadas, esperando a los fieles que acudieran a orar.
Las estatuas que lo rodeaban parecían observarme con ojos severos, como si conocieran mi propósito y juzgaran mis acciones. Nunca he sido un fiel creyente, pero sería muy hipócrita de mi parte acudir a un lugar como este por decisión propia, teniendo las manos tan manchadas de sangre y una lista interminable de muertos que perdurarán para siempre en mi memoria y los que aún faltan.
Me perturbaba hasta más no poder estar en este lugar. Me hacía sentir incómodo, sucio, inquieto. Deseaba acabar con todo esto y salir de aquí.
Contar exactamente a cuántos me enfrentaba sería una tarea difícil. Algunos estaban esparcidos, otros en grupo por el salón principal. Al intentar comunicarme con Daisy por el auricular, recibí una respuesta diferente a la que esperaba: el sonido ensordecedor de su arma de fuego resonó en mis oídos, indicando que había estallado la confrontación sin siquiera avisarme.
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Alma Negra (EN PAUSA)
AksiyonUna alma inocente y pura se ve gradualmente corrompida por la maldad, perdiendo el brillo en sus ojos mientras un caparazón se forma en su corazón para evitar la traición a toda costa. Encerrado como un águila enjaulada, su existencia se consume con...