Capítulo ochenta y tres

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Hoy estaba programado encontrarme con mi compañera en el campo de entrenamiento, un lugar estratégico y perfecto para los miembros. El entorno era austero pero funcional, con una serie de estructuras metálicas y concreto que ofrecían lugares para practicar tácticas de combate, entrenamiento físico y puntería.

No esperaba encontrarme con Daisy aquí. Su presencia me tomó por sorpresa, y me sorprendió aún más descubrir que sería ella mi compañera para esta vuelta. No sabía que ella había solicitado por cuenta propia unirse a mí en esta primera tarea.

Aunque intentaba mantener la compostura, en mi interior surgieron ilusiones de que tal vez sí me recordaba, pero fingía no hacerlo.

—¿Qué tal, novato?

—Daisy…

—Otra vez me llamas por ese nombre. Supongo que esa tal Daisy ha de ser muy importante para ti, como para que tengas su nombre a flor de piel.

—Lo es.

—Lo dudo mucho. Si fuera alguien importante, no serías capaz de exponerla de esta manera, a sabiendas de que cualquier error que cometas, quien estaría pagando las consecuencias sería ella.

—No lo entenderías.

—Déjame darte un consejo que no me has pedido, pero te lo daré de gratis, novato. Entre más lejos te mantengas de tus seres queridos, mucho mejor. Nosotros sabemos a lo que no exponemos, pero no es justo que inocentes paguen por nuestros errores. Por fortuna, no tengo a nadie, ni familia, ni amigos ahí fuera, por lo que mis acciones no perjudican a terceros.

He confirmado lo que sospechaba y a lo que más temía; definitivamente no me recuerda.

—A veces debemos dejarnos arrastrar por la corriente y arriesgarlo todo, porque por ella vale la pena cada sacrificio que haga, y porque ni vendiéndole el alma al diablo sería suficiente para pagarle por todo lo que me ha dado y me ha hecho sentir. Por ella estoy aquí, por el recuerdo de esa mujer dulce que era. No puedo evitar pensar en lo que una vez fuimos, en la familia que construimos juntos. Pero sé que esos días quedaron atrás, sepultados bajo capas de tiempo y olvido. Aun así, no puedo dejar de aferrarme a la esperanza de que algún día ella recuerde, que las sombras del pasado se desvanezcan y podamos encontrar el camino de regreso a casa.

—¿Por qué me estás diciendo todo esto? ¿No tienes miedo de revelar tanta información sobre ti y de confesarme tu mayor debilidad? Te recuerdo que no somos amigos, ni nada por el estilo. Aunque estemos de compañeros por el contrato, eso no nos hace cercanos.

En otras circunstancias, la habría callado a besos, pero será mejor llevar las cosas con calma y averiguar primero qué hay detrás de su olvido.

—Tenemos una semana para finalizar con éxito el contrato. No tenemos tiempo que perder. ¿Leíste los datos del objetivo?

—No.

—Cero compromiso, no llegarás muy lejos aquí.

—Entonces muéstrame el camino, sabelotodo.

—Reunámonos con Alessandro.

La seguí hacia una pequeña sala lateral donde nos esperaba ese tal Alessandro, según me comentó Daisy por el camino es que él era el encargado de proporcionarnos toda la información necesaria para la tarea. Era un hombre de semblante serio, con una mirada penetrante que denotaba años de experiencia en este mundo.

La información era de primera, extremadamente detallada, incluía un perfil detallado del objetivo, un plano del lugar donde se encontraría el objetivo y puntos clave que facilitarían nuestro trabajo.

Alma Negra (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora