Capítulo sesenta y dos

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Una semana después:

Hoy decidimos ir al ginecólogo para que la atendieran. Me sentía muy ansioso y ella estuvo burlándose de eso.

Entramos a un pequeño cuarto y la ayudante la hizo recostar en la camilla y despojarse de la ropa interior. No sabía qué demonios iban a hacer, creí que sería en una oficina común y corriente. La ayudante salió y Daisy siguió las instrucciones, solo que de la nada, me arrojó su ropa interior encima.

—¿La sujetas por mí? — sonrió.

—No me estés provocando o voy a olvidar donde estamos. ¿Por qué te hicieron quitar eso? — miré por debajo del papel blanco que tenía colocado por encima.

—Deja de estar mirando, pervertido. Creo que me harán el sonograma.

—¿Y cómo hacen un sonograma?

—¿Y yo cómo voy a saberlo?

—Al menos no soy el único idiota.

Su risa fue espantada al notar la presencia del doctor cuando entró al cuarto y se colocó los guantes. Le hizo varias preguntas extrañas y solo me quedé escuchando. Después, se acercó a la camilla y acomodó el papel encima de ella. Él no pensará mirar debajo del papel, ¿o sí? Daisy me miró y sonrió, como si supiera lo que pensaba. El doctor se sentó en una silla, al lado de una máquina que tenía un televisor y unas teclas. Al ver lo que sujetó en sus manos, examiné con detalle ese aparato.

—¿Qué hará con eso? — se adelantó Daisy.

—Este es el aparato que se utiliza para realizar un ultrasonido.

—¿Eso por dónde va? — indagué curioso pero seriamente.

Ambos me miraron.

—¿Hice una pregunta indebida?

—Es un ultrasonido vaginal.

—¿Me está queriendo decir que frente a mis ojos, usted planea insertar semejante cosa en mi mujer?

—John— Daisy se llevó la mano a la cara—. Deja que el médico haga lo que deba hacer. Disculpa a mi novio, él está muy ansioso. Es la primera vez que vamos a ver a nuestro bebé.

—Es comprensible— el doctor sonrió.

Eso fue muy incómodo. ¿Por qué demonios tiene que parecer un consolador gigante?

Al ver que lo llevó por la entrepierna de Daisy, desvié la mirada. Al menos no la miró para hacerlo. Escuché el quejido de Daisy y la miré.

—¿Te duele?

—Solo un poquito.

—Saque eso de ahí. ¿No ve que la está lastimando? Eso le puede hacer daño al bebé.

—Es normal al ser la primera vez, pero no se preocupe, solo será una pequeña molestia y no le hará daño al bebé.

Continuó moviendo esa cosa dentro de ella y Daisy se quedó relajada. Que claven semejante cosa en la mujer de uno es realmente inquietante. ¿No hay otra forma menos dolorosa?

El doctor nos enseñó en la pantalla a nuestro bebé. Era un cosita bien pequeñita, no se veía claramente y me quedé evaluando toda la pantalla. Lo señaló en el televisor y lo miré detenidamente. Era muy bonito, aunque exageradamente pequeño. Su mirada se mantuvo puesta en la pantalla y se veía feliz, tenía una sonrisa muy linda. Me acerqué por la parte superior de la camilla y le di un beso en la cabeza.

—Algo me dice que será igual de topito que tú— comenté.

—Algo me dice que de actitud será como tú.

Alma Negra (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora