ADOP. 19

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El alfa castaño bajó de su auto de manera un poco torpe, regañándose mentalmente por haber conducido desde su departamento hasta el hospital en donde estaba su esposo en un leve estado de embriaguez. Por suerte las carreteras que siempre estaban transitadas por cientos de autos esta ves se encontraba vacía.

Miró su reloj de pulsera un momento, teniendo que ajustar la mirada por lo borrosa que esta estaba.

Caminó hasta las puertas del hospital y oficina personal en paso lento, rezando por que el alcohol de su sangre se evaporara como por arte de magia, suplicando a todos los seres mágicos que Min no se percatara tanto de su estado de borrachez.

Tomó de su bolsillo una menta, metiéndola rápidamente en su boca para disfrazar el fuerte olor a alcohol, frotó sus rostro entre su frías manos, despejándose un poco, tratando de poner una expresión más despierta.

Suspiró pesadamente, pintando en sus labios una falsa sonrisa, tal y como venía haciendo hace meses cada vez que pasaba por aquella puerta y le daba las buenas noches a su amado esposo, escondiéndose detrás de una sonrisa, fingiendo estar bien y sin preocupaciones, escondiendo el verdadero sufrimiento que estaba experimentado su alma al mentirle de aquella despiadada manera a su compañero de vida.

Y ni hablar de su lobo, quien aullaba todas las noches, sintiendo el remordimiento de mentirle de igual manera al lobo de su omega, no pudiendo consolarlo correctamente porque el mayor comenzaría a sospechar de que algo no estaba bien...

Jaló el picaporte de su oficina, abriéndola, siendo inmediatamente recibido por los brazos de su omega, quien se prendió a su cuello en un abrazo fuerte y reconfortante tanto para él como para su lobo, quien gimió lastimosamente en su interior, sintiéndose tan asustado por el bienestar del omega, quien era rey de sus sueños y sonrisas.

Regresó el abrazo fuertemente, aflojándolo a los pocos segundos al percatarse que no podía comportarse tan extrañamente enfrente de él, haciendo decepcionar a su lobo, quien solo quería un poco más del fuerte contacto y de la reconfortante conexión con su omega.

-Tardaste mucho, el bebé y yo ya comenzábamos a extrañarte- dijo Minseok aún manteniendo el abrazo, ocultando su pequeña nariz en la curvatura del cuello de su alfa, opacando su dulce voz y olisqueando el fuerte y muy reconfortante aroma de este.

-Descuida, ya estoy aquí para ti y nuestro cachorro...-contestó, dejando que el castaño olfateara todo lo que quisiese su aroma- ¿tenías a alguien a quien presentarme?- preguntó cálidamente, frotando su mano en el vientre del castaño, robandole una dulce sonrisa.

-Si, un alfa que tiene muchas preguntas, y se que tú podrás ayudarlo porque tu enfrentaste de manera directa el problema que él ahora está tratando de enfrentar- explicó el omega con una tenue sonrisa, agarrando suavemente la mano del alfa y guiándolo dentro de la gran oficina.

Ambos se encaminaron a la parte "central" de su oficina, pudiéndose escuchar en la cercanía risas y un palabreo incesante, el cual el alfa reconocía muy bien como la voz del parloteo de Baekhyun, amigo de confianza de Min.

El alfa cruzó la pequeña columna que separaba la puerta del pequeño pasillo y de su biblioteca, en donde se ubicaba su extenso escritorio.

Vio como el omega castaño, Baekhyun, estaba sentado encima de su escritorio, sosteniendo una vaso de lo que suponía que era vino por su color, sonriendo y riendo en grande, poniéndolo de alguna manera feliz al ver como el omega pintaba sin pena alguna una gran sonrisa.

-¡Dae, llegaste!- saludó Baekhyun con una sonrisa, dandole la bienvenida. El alfa se percató que detrás de Baekhyun había un joven de cabello negro y piel bronceada. Olfateo un segundo el aire, identificando otro fuerte aroma y dándose cuenta que era un alfa- toma un poco- dijo Baekhyun dandole su copa de vino, invitándolo a que tomara.

𝐀𝐃𝐎𝐏 ||  𝙺𝚊𝚒𝚂𝚘𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora