2.LA ESPOSA PERFECTA

2.1K 158 4
                                    

Adriano Di Lauro

La rubia se contonea encima de mis piernas, jugando a excitarme con el roce de nuestras intimidades. Con rapidez, detengo sus movimientos y la obligo a bajar sobre mi masculinidad hasta tomarla por completo. No es la primera vez y sabe a la perfección que no me gustan los juegos preliminares. 

Me dejo llevar por el baile sensual de sus caderas sin dejar de pensar en el rostro que resulta ser mi delirio y mi tortura al mismo tiempo. No importa con cuántas mujeres me acueste, es ella quien permanece en mi cabeza día y noche. 

En la recta final tomo el mando y presiono tanto sus caderas que puedo deducir que la marca de mis dedos quedará registrada en su piel. Sus gemidos se vuelven demasiado ruidosos y me obligo a cubrirle la boca con mis manos mientras ahogo un gruñido apretando los dientes con fuerza al llegar al éxtasis.

No tardo mucho en recuperar el aliento e inmediatamente la aparto de mi regazo. Luego, me pongo en pie para dirigirme hacia el cuarto de baño de la oficina.

Me deshago del preservativo, lavo mis manos y recompongo mi aspecto hasta volver a ser el magnate impoluto de siempre.

—Estuviste maravilloso, amore mio.«amor mío»

—¿Cómo me has llamado? —enarco una ceja con actitud imponente. Debo recordarle los límites.

—Yo...

—Que te permita ciertas libertades porque además de amante eres mi colega y amiga de la familia, no significa que puedas llamarme de esa forma, Carina. Recuerda nuestro trato y sobre todo, recuerda mi nombre.

—Pero... —la observo con mi mirada penetrante y el simple gesto es suficiente para acallar sus protestas.

 Tal vez debería tomar un poco de distancia de ella. Por muy claro que deje los términos, las mujeres terminan confundiendo las cosas y haciéndose ilusiones. Por eso no repito con ninguna más de dos veces. Sin embargo, Carina es diferente —o eso pensaba—, llevamos teniendo este tipo de encuentros más de tres años. Me gusta porque siempre ha entendido su posición, sabe llevar la relación laboral fuera de nuestros encuentros y es muy buena en la cama. Pero desde que se enteró sobre mi búsqueda de esposa ha tenido comportamientos inusuales como estos.

—De acuerdo —suspira resignada—. ¿Has escogido a tu candidata?

—Todavía no —respondo antes de sentarme frente a mi escritorio para seguir con el trabajo—. ¿Cuál es el interés?

—Soy tu amiga, Adriano —resopla exasperada—. Sé que tu madre te está presionando, pero es que los niños en verdad lo necesitan. La última niñera no duró una semana. 

—No necesitas recordarme las necesidades de mis hijos, Carina —le lanzo una mirada gélida para que calle, no obstante, Carina Fabri es muy difícil de manipular. Por eso no me decido a elegirla a pesar de las indirectas de mi familia. 

La rubia se para frente mí, recostada en la mesa con las piernas cruzadas para después sonreírme de manera provocativa. Aunque sus trucos no funcionan conmigo, un seductor experto puede reconocer a otro. 

—¿Por qué lo piensas tanto, querido? —emplea un tono pasivo, buscando cautivarme—. Acepto tus condiciones, conozco los límites, me llevo de perlas con tus hijos y tu familia me adora. Sé a lo que atenerme contigo, Adriano —se inclina hacia adelante de manera muy lenta hasta quedar muy cerca de mi rostro. En cambio yo me mantengo impertérrito sin expresión alguna en el rostro—. No te haré exigencias tontas. Nos conocemos muy bien en todos los ámbitos —pasea su mirada por mi cuerpo de pies a cabeza—. Además, adoro a los niños. Soy tu mejor opción.

La Esposa del ItalianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora