15.SENSACIONES DESCONOCIDAS

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Cassandra

Algunos invitados parlotean a mi alrededor, otros comen o beben mientras los niños corretean por el jardín... excepto Ella; la niña permanece a mi lado contemplando el escenario al igual que yo. 

—¿Estás cómoda, cariño? —inquiero dejando ver una fraternal sonrisa. 

Estoy tensa, nerviosa y temo que en cualquier momento la burbuja me explote en la cara. Mis padres sonríen junto a los de mi ahora marido como si fueran los propios anfitriones de la fiesta. Me resulta imposible verlos aquí, satisfechos, sin recriminaciones hacia mí... Entonces recuerdo las palabras de Adriano. Él logró esto. Además, Gibson y Julietta Reid se encuentran en su hábitat natural, rodeados de la sociedad elitista de Italia. 

Devuelvo mi atención hacia la pequeña, quien asiente en respuesta moviendo los piececitos colgados de la silla. 

«¿Por qué no se relaciona con el resto de los niños?»

—¿No te apetece jugar? —vuelvo a preguntar. 

Ella gira su cabecita para verme con esos ojos tan bonitos iluminados de emoción.

—¿Busco la Wii para enseñarte? 

«¿La Wii?»

Estos niños necesitan una educación y recreación sana con urgencia. 

—Papi nos trajo la nueva Xbox Series X —continúa entusiasmada—, es la mejor del año y trae un montón de juegos... 

—Ella... —interviene mi esposo. 

—¿Si, papi? —pregunta ella toda inocente. En verdad es una ternurita. El vestido celeste resalta sus preciosos ojos mientras que las flores blancas adornan su melena negra ahora vuelta rizos. Parece un hada sacada de un libro de cuentos. 

—Ve con la abuela. 

—A mí no me molesta —intercedo en un murmullo. No pienso contrarrestar la autoridad del padre frente a los niños—. De hecho, su disertación sobre videojuegos está siendo más entretenida que el resto de la fiesta. 

—¿Te aburre mi presencia, doctora? —arquea las cejas con incredulidad. 

Estoy segura de que le han dado muchos calificativos, pero aburrido jamás. Lo curioso es que de no ser por el nudo en mi estómago, sería capaz de disfrutar su compañía e incluso entablar una conversación con él. 

—Bueno... 

—Su atención, por favor —el maestro de ceremonias contratado aparece en escena y la tensión en mi cuerpo aumenta, pues sé lo que viene a continuación—. Es hora del primer baile de los novios. 

Absorbo una gran bocanada de aire y la expulso con lentitud antes de tomar la mano de mi compañero y caminar hacia el centro de la pista mientras los invitados nos rodean. 

Los primeros acordes de una canción muy conocida comienzan a sonar y yo dejo ver una expresión sorprendida en mi cara. Adriano en cambio ni se inmuta y procede a iniciar la coreografía ya montada. Como siempre, lleva el control de la situación. 

—¿Ed Sheeran? —inquiero al mismo tiempo que me impulsa hacia adelante hasta pegar nuestros cuerpos, en tanto nuestros rostros quedan a solo unos centímetros de distancia. 

Habíamos ensayado la boda el día anterior, incluyendo el baile, pero no con esta música ni mucho menos con esta... entrega. Tal parece que el frío Magnate de Acero ha desaparecido por el momento. 

—Creo que la canción se apega mucho a nuestro encuentro, ¿no crees? —explica antes de hacerme girar. 

—¿Perfect? —sigo sin salir de mi estupor—. Esperaba algo más... —vuelvo a girar para quedar de espaldas a él. 

La Esposa del ItalianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora