25.TE HAS ENAMORADO DE ÉL

2K 142 4
                                    

Cassandra

Vendida... 

Mis padres me vendieron. ¡Por Dios! Solo tenía diecisiete años. ¿A cambio de qué? ¿Por qué? No puedo entenderlo, pero lo peor de todo es que no me sorprende. 

Llego directo a mi habitación y me encierro en ella. Soy consciente de que ninguno de los dos merecen mis lágrimas, pero no puedo detenerlas. No estoy hecha de piedra como ellos. 

Ni siquiera sé cómo me siento. Solo quiero encerrarme en una bola de cristal de Navidad y no salir.

Paso el resto del día acostada y en la noche me duermo sin cenar. Al día siguiente me levanto con una jaqueca horrible y sin ánimos. Sin embargo, debo continuar, aunque solo funciono a medias. Como lo justo y juego con los niños sin prestar mucha atención. De todas formas, no creo que llegue a dominar la consola algún día. Además, ellos son felices cuando ganan y terminan contagiándome dicha felicidad. 

Apenas veo a mi marido y cruzo pocas palabras con los demás. No me apetece ver ni hablar con nadie. Las preguntas continúan rondando en mi cabeza junto a sentimientos que me dejan aturdida. 

¿Cuál fue mi precio? 

¿En verdad me gustaría saberlo? 

Estoy segura de que Adriano lo sabe..., pero no quiero encararlo. 

Aseguré ser una esposa de mentiras y él no me corrigió... 

Tengo presente las cláusulas del contrato todos los días a cada hora. No tengo expectativas, no espero ningún tipo de sentimiento por su parte. No pienso caer por él... Entonces, ¿por qué me siento así? ¿Por qué me duele más su silencio que lo sucedido con Dean? ¿Por qué llegué a pensar por un momento que correría tras de mí, me detendría a mitad de las escaleras y me besaría? 

Una sencilla respuesta viene a mi cabeza, pero me niego a aceptarlo. Eso sería el fin. 

Al día siguiente es más de lo mismo y doy gracias a todos los cielos por que las vacaciones navideñas hayan terminado. Al menos ahora puedo distraerme con el trabajo. 

Suspiro una vez más con los ojos cerrados. Comienzo a odiar viajar en coche. Cuando acepté hacer esta locura de casarme con un desconocido, no pensé que sería tan complicado. 

Debería estar molesta con él al igual que con el resto del mundo, pero no es molestia lo que siento. Es una tristeza acompañada de algo más que no logro identificar. 

—Hoy hay un evento al que debemos asistir —me informa antes de llegar al hospital—. Será un baile de beneficencia —continúa al no obtener respuesta de mi parte—. Necesito que estés lista a las siete en punto. 

—Está bien —hablo por fin. 

—He cambiado al equipo de seguridad. 

Emito un pequeño bufido mientras sonrío sin ganas. Al parecer mis palabras le entraron por un lado y le salieron por otro.

—Puedes cambiarlos cuantas veces quieras —expongo—, ni ellos, ni tú, ni nadie me impedirá hacer lo que quiero. 

Él parece tener muchas cosas para decirme, pero a mí no me interesa, así que me bajo del vehículo, dejándolo con la palabra en la boca.

Por suerte, al llegar me encuentro con una larga lista de pacientes para el día y pierdo la noción del tiempo, logrando mantener mis pensamientos a raya. 

—Feliz Año Nuevo —mi mejor amiga entra justo cuando sale un paciente—. Un pajarillo me ha dicho que no has querido salir a almorzar. 

—Estoy ocupada, Leah —digo una verdad a medias—. Tengo muchas citas pendientes. Ahora resulta que todas las madres de Florencia quieren que atienda a sus hijos. 

La Esposa del ItalianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora