Un amor por casualidad

Evelyn

Llevaba veinte minutos esperando sentada en un banco, al lado de la cafetería, después de la hora de cerrar. Estaba escuchando música en los auriculares mientras esperaba a Axel para poder tener nuestra "primera cita de novios oficiales", aunque para mí ya era como la décima cita que teníamos juntos (excluyendo la semana que prácticamente vivimos juntos). Algo de lo que nunca iba a hablar con nadie, ni siquiera con Laura.

La vergüenza de admitir que estuvimos a punto de acostarnos el día que me vino el período, y que me había gustado más de lo que esperaba, era algo que iba en contra de todo lo que había acordado con Axel cuando acepté ese estúpido trato de hacerme pasar por su novia.

Por no hablar, del hecho de haberme enterado de que Axel no era solamente un estudiante de medicina, hijo del dueño de la cadena de hospitales más importante del país; sino también miembro de la familia real por parte de madre. Y odiaba admitirlo, pero Axel me gustaba mucho más antes de saber quién era en realidad que ahora.

Ahora tenía más claro que éramos personas totalmente diferentes y que seguir con aquella farsa iba a perjudicarme más que a él. Ya no hablando del tema económico de tener que volver a pagar las facturas del hospital de mi hermana, eso ahora mismo me importaba una miera, sino porque sabía que si seguíamos de esta manera terminaría viendo a Axel como algo más que solo un amigo.

—Estúpido imbécil —susurré, sonrojándome al sentir que parecía que había una fiesta en mi estómago solo por pensar en él y toda la semana que habíamos pasado juntos—... Tengo que terminar con esto, por mi salud mental...

Rodé los ojos cuando empezó a sonar Begin again en mi teléfono, casi riéndome irónicamente al acordarme de que Laura decía que esa canción nos representaba a Axel y a mí como pareja.

Ya estaba terminando la canción cuando me llegó un mensaje de Axel, que me hizo arquear una ceja:

Whiskey doble

"Voy a llegar un poco tarde, mi abuela me ha entretenido. Dime dónde tengo que ir a buscarte y estoy allí en máximo diez minutos."

Le respondí casi inmediatamente que seguía frente a la cafetería, bloqueando el teléfono y dándole de nuevo al play a la canción. No quería pensar en nada, así que desconecté por completo de mi alrededor para poder disfrutar de la canción hasta que llegara Axel.

Aunque mi mente no tardó en hacer de las suyas cuando, a medida que escuchaba la canción, recordaba todos los besos y caricias que Axel me hizo cuando estaba con el período y volví a recordar cómo me llegó a masturbar aquella noche.

Alguien me tocó la espalda, haciendo que me sobresaltara y diera un grito antes de girarme en esa dirección. Me sonrojé al hacer contacto con los ojos marrones claro de Axel, quien no dejaba de mirarme mientras sonreía.

—¡Hey, que soy yo! —exclamó riéndose Axel, a lo que no tardé en levantarme del banco y quitarme los auriculares— Lo siento, es que mi abuela tenía cita en el médico y quería saber que todo fuera bien. ¿Qué tal te ha ido la semana?

Me quedé totalmente muda al verlo actuar como si nada de la semana anterior hubiera pasado, aunque era muy consciente de que lo recordaba todo porque me dijo hace tiempo que tenía muy buena memoria. Pero tampoco quise mencionar nada más acerca del tema, así que solamente asentí antes de responderle:

—Lo de siempre: niños por la mañana, cafés por la tarde —dije cruzando los brazos—. Bueno, ¿a dónde vamos? ¿Y por qué he tenido que ir vestida así a trabajar a la cafetería?

Axel sonrió al verme de arriba abajo y al darse cuenta de que le había hecho caso con el tema de la ropa. Aquella mañana me había puesto un mensaje diciéndome que, cuando trabajara en la cafetería, llevara una falda bastante corta que, a poco que hiciera aire o me agachara, se me podría ver la ropa interior junto con una sudadera blanca que le había quedado pequeña a Axel y me la había dado antes de que me fuera de su casa.